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Descripción archivística
F. Díaz Con objetos digitales
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...es que tengo un indudable arraigo en esta población, donde mi familia ha representado siempre el elemento aristocrático de más elevado abolengo, manifiestamente intemperante con los elementos elevados de la nada por las circunstancias de la fortuna (á que tanto se prestan las comarcas como esta, viven principalmente de la industria minera y sus derivaciones), pero siempre afanosa por hacer cuanto beneficio le ha sido posible á su alrededor, como lo indica el respeto que toda mi familia ha inspirado siempre, y el gratísimo recuerdo que de todos sus miembros se conserva hoy día, á pesar de que el tiempo todo lo borra, siendo aun citados con grande y respetuoso afecto los nombres de mis abuelos, tíos y madre.

Era oriunda de Mazarrón la familia de mi abuela materna (Doña Rosa Ruíz y Heredia), cuyos hermanos eran Don Eusebio, político de ideas liberales que falleció el año 1850; Don Juan, abogado, magistrado, diputado á Cortes y gobernador de varias provincias, que falleció el 1853; y Doña María Jesús, casa con Dos Santos Vidal Abarca, también mazarronero; muriendo los tres sin sucesión; y en Mazarrón tenía esta familia importantes bienes raíces y urbanos. La familia de mi abuelo, (Don Agustín Juan y Maurandy) era de origen valenciano, pero por circunstancias no...

Fotografía 5: Vista del faro y sus dependencias (1922). Firmado a mano por F. Soroa. Tamaño: 5,8 x 10,6 cm.
Fotografía 6: En la puerta del faro (1921). Firmado a mano por F. Soroa. Tamaño: 6 x 10,3 cm.
Fotografía 7: El faro (1917). Firmado a mano por F. Díaz. Tamaño: 10,8 x 6,3 cm.
Fotografía 8: Gasógeno del faro. Firmado a mano por F. Soroa . Tamaño: 10,7 x 6,3 cm.
Fotografía 9: En la puerta del faro (1922). Firmado a mano por F. Soroa. Tamaño: 5,7 x 10,3 cm.

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bien conocidas por mí, pasó á vivir á Cartagena con mis bisbauelos Don Agustín Juan y Poveda, ilustre botánico muy concoido por sus estudios en la ciencia de Linneo en la que hizo sabios trabajos, y Doña Catalina Maurandy Psprio de Moscoso, que á su ilustre abolengo unía gran talento y aficiones ventajosas á la Literatura. En Cartagena nació mi abuelo y sus hermanas Doña Bernarda y Doña Cecilia, que murieron solteras y los tres de avanzada edad; trasladándose á Mazarrón á principios del siglo XIX; y casados allí mis dos abuelos maternos, allí nacieron mi tía Adela, mi tío Agustín y mi madre; y aunque viveron de nuevo varios años en Cartagena (donde mi madre se casó), pasaban grandes y frecuentes temporadas en Mazarrón y en el Puerto; y sobre todo, el año 1867 trasladaron definitivamente su residencia á Mazarrón hasta el 1888, en que, muerta mi abuela, se fué á vivir mi tía Adela á Murcia con mi madre y conmigo, que á la sazón morábamos allí, pero continuando siempre (y hasta la fecha por mí) las temporadas veraniegas en el Puerto en la hermosísima casa que allí se poseía, y que es hoy de mi propiedad por disposición testamentaria de mi tía Adela, que falleció en Murcia el año 1907. Dedicose á la industria mi abuelo Don Agustín, montando fábricas de alún, con éxito desastroso para sus intereses, pues casi todos los perdió, viéndose obligado á vivir con los bienes de la familia de su esposa, pero su caballerosidad, su bondad y su beneficencia no solo le hicieron poder confesar en una célebre quintilla que escribió y que al morir apareció, ignorada por su viuda y por sus hijos, entre sus papeles más confidenciales:

«Has sido noble, leal,
Cariñoso, servicial;
Mas ¡ay, pobre Agustinico!
No has sabido hacerte rico;
¡Eres todo un animal!»

(quintilla que conservo yo en mi archivo), sino que motivaron hacerle queridísimo de los mazarroneros, y siendo varias veces alcalde, y conservándose aun su...

Fotografía 10: Inmediaciones del faro (1920). Firmado a mano por F. Soroa. Tamaño: 7,2 x 5,8 cm.
Fotografía 11: Terraza del faro (1919). Firmado a mano por F. Soroa. Tamaño: 6,1x 10,8 cm.
Fotografía 12:Visita de la bahía desde el faro. Firmado a mano por F. Díaz. Tamaño: 6 x 10,4 cm
Fotografía 13: Vista del golfo desde el faro. Firmado a mano por F. Díaz. Tamaño: 6,2 x 4,7 cm.

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recuerdo muy vivo en este pueblo, á pesar de haber muerto el 23 de Mayo de 1883, siendo su entierro una manifestación de duelo tal como no se ha visto ni se ha vuelto á ver en Mazarrón, según dicen los que asistieron á él. Mis tías Bernarda y Cecilia, siguieron habitando su casa de Mazarrón hasta la muerte de la primera, ocurrida el año 1891, en cuya fecha se fué mi tía Cecilia á Murcia á vivir con mi tía Adela.

Además, mi padre, de ilustre solar vargongado?, nació en Cartagena, y fué diputado á Cortes por esta ciudad y senador por la provincia de Murcia, habiendo además desempeñado en dos ocasiones la Comandancia General del arsenal de Cartagena, siendo muy grande su influencia política en y sobre Mazarrón; y solo á su muerte, acaecida el año 1885, fué cuando brotó en el Puerto la hegemonía de la Compañía Metalúrgica, de que luego hablaremos. Fueron muchos los favores que hizo por esta comarca y por sus habitantes, como bien se recuerda todavía.

He hecho todo este historial para hacer er mi arraigo en el Puerto, y que, si bien no soy natural de este, tampoco soy un extraño, y por tanto, poseo elementos para hacer mi juicio crítico de esta población, en la que, sumando todas las temporadas que en ella he residido hasta la fecha (31 de Octubre de 1922) he vivido más 10 años, días más ó menos. Y teniendo además presente que he alternado y tratado en el Puerto siempre y por igual á ricos que á pobres, á las personas más distinguidas de la localidad que á las de clase inferior; y más aún habiendo sido en mi niñez y juventud mis compañeros de juegos y aventuras con preferencia chicos de las clases inferiores (por multitud de circunstancias, entre ellas tal vez la fundamental, la intransigencia hierática con que mi familia ha mantenido siempre en este pueblo el principio aristocrático puro contra los elementos levantados de la nada, nuevos ricos, que decimos ahora, y que daba preferencia al pobre sobre esa clase media pretenciosa, que es la que domina hoy en el Puerto), resultando por esto que conozco al dedillo, dentro de lo humano, la manera de ser y la idiosincrasia particular de este pequeño mundo; y por eso creo pertinente y curioso hacer este estudio, con la posible frialdad é imparcialidad, y juzgando con el conocimiento de causa que se desprende del historial anteriormente expuesto; y siempre teniendo presente que mi cariño hacia este Puerto, donde no he nacido, pero que considero como mi verdadera patria chica, es grande, muy...

Fotografía 14: Vista desde la terraza del faro. 1922. Firmada a mano por F. Soroa. Tamaño: 6,1 x 10,8 cm.
Fotografía 15: Vista del monte desde el faro. Firmado a mano por F. Soroa. Tamaño: 6,2 x 10,2 cm.
Fotografía 16: El monte desde el faro. Firmada a mano por F. Díaz. Tamaño: 7,5 x 5,8 cm.

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...inferiores, si estos deben ser padres en los que les mandan, también estos deben tratar á sus inferiores, mutatis mutandi, como á hijos. Muchísimo se podía hablar aquí sobre este asunto, pero desisto de ello y me limito á lo apuntado, por la prudencia á que me refería antes y porque no quiero herir susceptibilidades, y huyo de lo que puede estimarse como personalizar. Solo diré que ocurren casos monstruosos, sobre todo todo traducidos en las venganzas más ruines; y termino esta materia citando de nuevo el conocido apotegma de tan enorme aplicación en este Puerto: "No sirvas á quien sirvió, ni pidas á quien pidió", y recordando este otro no menos exacto::: "No hay tiranía más baja, odiosa y cruel que la tiranía de los subalternos".

Reina en estos habitantes una apatía y pasividad rayanas en lo inconcebible; bien lo demuestra cuanto llevo escrito. Se traduce en la mala educación de los hijos, y en la falta de energía de los padres. Se patentiza de mil maneras lo mismo en ricos que en pobres; en la falta de compañerismo; en la indiferencia ante la explotación, ante la mala administración, y hasta en la carencia de policía urbana en todos los órdenes que no se debían tolerar nunca, aunque solo fuera por dignidad y virilidad. Hasta se nota esta apatía en contra de los mismos intereses creados. ¿Cuántas deudas se podrían cobrar, y no se cobran, por falta de energía? Hasta en el cobro de los alquileres de las casas, que podían y debían hacerse efectivos justamente, pero que no se hacen, se nota este enervamiento de la voluntad, propio de musulmanes del Sáhara. Igualmente se nota esta indiferencia tan dañina en la esfera pública. Es indudable que el Puerto debiera tener Ayuntamiento y ser cabeza de municipio, puesto que para ello tiene sobrada vida propia; pero no importa, se resigna á ser tan solo un barrio de Mazarrón, aun recomiendo que caminando así á rastras nunca será nada de lo que con activi-

Fotografía 320: La bahía desde la playa. Firmado a mano por F. Soroa. Tamaño: 6 x 8,4 cm.
Fotografía 321: La playa. 1922. Firmado a mano por F. Masrtín Ayllón. Tamaño: 6,2 x 10,8 cm.
Fotografía 322: La bahía desde la playa. Firmado a mano por F. Díaz. Tamaño: 6 x 10,4 cm.
Fotografía 323: En la playa. 1922. Firmado a mano por F. Ríos. Tamaño: 3,6 x 6,2 cm.
Fotografía 324: En la playa. 1920. Firmado a mano por F. Cervantes. Tamaño: 5,8 x 9,5 cm.

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actividad y brío tenía derecho á ser, y sabiendo que solo materia explotable para los arbitrios de un Municipio que para nada se preocupa de él. Esta funesta indiferencia explica que no esté unido este pueblo por vía de ferrocarril á las estaciones próximas, cuando esto era para su vida asunto de capital interés. Por esto tampoco se ha construido un puerto en su hermosísima bahía, cuando tan fácil, barato y sencillo era construir una escollera en la punta del Faro, y si acaso otra en la del Rihuete; y aunque la Junta de Obras del puerto de Cartagena hizo gestiones en este sentido el año 1906, se despreciaron y dificultaron en el Puerto tan beneficiosas gestiones por miserables piques de la política de campanario; y una cuestión tan vital e importantísima quedó anulada, tal vez para siempre. Esta apatía es la causa de que, siendo esta costa de condiciones naturales excepcionalmente hermosas y atractivas, lo mismo para invierno que para verano, no se haga nada para atraer al forastero, si no que más bien se le repele con la carestía de la vida, su mala policía urbana, las dificultades de las vías de comunicación, y la privación de todo aquello que le sirviese de comodidad, agrado y distracción, pues ni siquiera hay botes de alquiler, cuyos dueños seguramente ganarían bastante dinero en las temporadas de verano; como también creo haber indicado que el único carruaje de alquiler que existe hoy en el Puerto es una malísima tartana. Pena grande causa, en los que queremos tan de veras como yo á este pueblo, ver los grandes beneficios de que se priva por la apatía inconcebible de sus habitantes.

Por eso el Puerto vive una vida puramente vegetativa, sin estímulos ni alicientes de ningún género, vida con la que sus naturales viven contentos y á gusto, á pesar de que no dejan de reconocer cuanto digo. Y por eso su juventud vive sin ilusiones, sin aspiraciones y sin mirar el porvenir. Les basta a estos niños-viejos un presente que consista en comer (mejor o peor) asistir á las funciones cinematográficas los jueves y domingos, y vegetar en la Peña ó tertulias similares. ¿Que con actividad, trabajo y prudencia podrían aspirar á todo y que con esos dotes el mundo se les ofrece á su disposición? ¿Qué importa? se contentan ellos con su aburrida y estéril vida de ociosos pueblerinos, y renuncian á los más seductores y atractivos fines, por no...

Fotografía 325: La playa. Firmado a mano por F. Soroa. Tamaño: 6,1 x 10,7 cm.
Fotografía 326: En la playa. 1917. Firmado a mano por F. Díaz. Tamaño: 6 x 10,7 cm.
Fotografía 327: En el baño. 1917.Firmado a mano por F. Guerrero. Tamaño: 6 x 5,6 cm.
Fotografía 328: En el baño. 1917.Firmado a mano por F. Díaz. Tamaño: 6,1 x 10,7 cm.

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verse en el caso de interrumpir su ridícula ociosidad, molestándose y trabajando en poner los medios. Hermosa es la perspectiva que se disfruta desde el faro -dicen ellos-, pero es áspera y fatigosa la cuesta que á él conduce, y son en cambio muy cómodos los sillones de la Peña, las sillas del café, y aun las paredes de una carpintería para recostarse en ella, y pasar el rato, aun sin hablar, porque falta para ello materia y recursos. Podíamos fabricarnos -siguen diciendo los insensatos-, un brillante porvenir, trabando estudiando, complaciendo á quien tal vez nos brinda con desinteresada protección y gratuito cariño; pero ¿para qué vamos á sugetarnos á una disciplina y á aceptar cualquiera obligación que nos pueda deparar un futuro feliz, útil, dichoso y fructífero, lo reconocemos, cuando tan felices y contentos nos encontramos con nuestra vida presente, por insulsa y aburrida que sea, como no dejamos de reconocer, pero en la que no hacemos más que lo que nos pide nuestra soberana é ineducada voluntad, completamente soberana, pues nuestros padres, lejos de ponernos cortapisas, nos amparan, toleran y aun excitan nuestros caprichos y nuestra indisciplina? El trabajo es "trabajoso"; la sumisión de nuestra voluntad á la de otro ú otros nos desagrada, porque creemos que nos humilla y nos deprime; preferimos seguir en nuestro status quo, en mucho «dulce farniente», aun renunciando á las más lícitas y posibles aspiraciones, algunas de las cuales se nos presentan por quien nos las brinda con un cariño que ni hemos merecido, ni merecemos, y de tal magnitud á veces que ni siquiera hubiéramos soñado tan brillante perspectiva de porvenir; pero obremos según los dictados de nuestra rebelde voluntad, antes que aceptar yugos ni ataduras, aunque sean tan suaves como son los lazos que solo el cariño ata. ¡Funesto razonamiento en que se ve una apatía y enervamiento morales, basados en la pereza, la cobardía, la soberbia y la falta de virilidad! ¿Para qué nos hemos de ver en el caso de tener que agradecer ó por lo menos de manifestarnos exteriormente agradecidos? siguen diciendo los desdichados. Con gran pena recuerdo que al reprender á una persona del Puerto y á quien mucho quería y por quien estaba dispuesto á hacer lo que ni á soñar se hubiera atrevido, por ir al cine cierta noche del verano de 1921, contra lo que él espontá-

Fotografía 329: En la playa.1917. Firmado a mano por F. Díaz. Tamaño: 5,8 x 10,3 cm.
Fotografía 330: En la playa. 1918. Firmado a mano por F. Soroa. Tamaño: 4,6 x 6,8 cm.
Fotografía 331: Escenas de baño. 1917.Firmado a mano por F. Díaz. Tamaño: 6,1 x 10,8 cm.
Fotografía 332: En el baño. 1922.Firmado a mano por F. Díaz. Tamaño: 5,6 x 10,6 cm.

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Escolar sostenida por los niños de la escuela. Mucho me temo que, sino ha muerto ya á estas fechas, esté casi dando las boqueadas, pues la apatía de los padres, de los hijos y de los llamados á favorecerla así lo hacen temer.

Se han hecho aquí en varios años tentativas para formar partidos de football, deporte tan varonil y que tanto gusta á la juventud en todas partes; pero ni diez partidos se habrán jugado en total, y en el transcurso de seis ó siete años; y desde el año 1919 no se ha vuelto á jugar. Temen estos jóvenes á la fatiga, y no son materia apropiada para ningún deporte, ni aun para los marítimos, como ya he dicho.

Y creemos que basta con lo apuntado para persuadirme de la excita verdad de esa frase, tan usual aquí, aun en boca de los mismos hijos del Puerto: -"Aquí no puede hacerse ni puede durar nada útil". Además de las causas que se desprenden del estudio que ya estoy terminando, hay que añadir una inconstancia y versatilidad asombrosas, sea porque esta gente se cansa de todo, sea por ignorancia de la más rudimentaria noción de la vida, y no hacerse cargo de que, así como las criaturas nacen pequeñitas y por criar, y nunca adultas, del mismo modo todo en este mundo necesita crecer y desarrollarse para que dé los frutos esperados, necesitándose para obtenerlos mucha constancia, trabajo, paciencia y perseverancia. Tal vez en esto influya la inconsistencia del temperamento meridional, siempre ligero y frívolo, pero lo cierto es que en este Puerto es cosa frecuentísima que lo que ayer producía efervescente entusiasmo (no pocas veces exagerado é inoportuno), hoy esté, ú olvidado completamente, ó agriamente combatido por las mismas personas que antes lo favorecían ó alababan con frenesí.

Fotografía 349: Paseo de Cánovas del Castillo. 1917. Firmado a mano por F. Díaz. Tamaño: 5,9 x 10,6 cm.
Fotografía 350: Casa de Don Pedro García Caparrós. 1922. Firmado a mano por F. Soroa. Tamaño: 6 x 9,5 cm.
Fotografía 351: Casa de Don Pedro García Caparrós. Firmado a mano por F. Soroa. Tamaño: 6 x 10,7 cm.
Fotografía 352: Hotel de Don Arturo Lafuente. 1922. Firmado a mano por F. Soroa. Tamaño: 5,1 x 10,7 cm.
Fotografía 353: Hotel del director de la Compª Metalúrgica. 1922. Firmado a mano por F. Soroa. Tamaño: 6,2 x 10,7 cm.

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jóven (sic) patentizaban con tal afirmación su estolidez, porque la cosa es evidente ¿dónde tendría más medios de curarse (y más un estudiante de Medicina) en "madrid" ó en el Puerto. Pues la lógica de esta calumniosa afirmación es la que suele presidir siempre en los raciocinios y juicios de las tertulias y reuniones de este pueblo: y con fundamentos análogos y se turifica ó se deprime á una persona.

Y uniendo esta versatilidad é inconsistencia con la apatía que ya he considerado de antes, resulta perfectamente explicado el porqué es inútil buscar en estos vecinos iniciativas para nada útil ni provechoso; en general son todos como el perro del hortelano, pues si bien no saben, ni son capaces de edificar nada, son verdaderos maestros en el triste arte de destruir lo edificado. Todo lo que allí se ha creado ha sido por impulsos de elementos extraños al Puerto, ó por lo menos separados por la distancia y el cambio de vida de la influencia nefasta de este fatal medio ambiente, pero, eso sí, la nada envidiable gloria de derribar y destruir lo que se edificó, tal vez á costa de no pocos sudores y esfuerzos, corresponde siempre á naturales ó vecinos (contagiados por la letal idiosincrasia local) de la población, que para las iniciativas saludables dormitan en los sillones de sus vínculos, pero para hundir con su lengua instituciones sociales y honras personales, se despiertan y forman demasiado a (...) tertulias, admitiéndose en ellas como dogmáticos artículos de fé las especies más inverosímiles y disparatadas (como lo que, como último botón de muestra) he citado pocas líneas más arriba), con tal de que sean perjudiciales a la fama de una persona, ó destructoras de alguna otra. En el Puerto regla demasiado general, tener como criterio los juicios del famoso boticario del cuento: Que se narra alguna acción laudable, se dice: «—Permítame V. que lo dude», que se cuenta algo malo, y cuando más aparatoso y deshonroso sea, mejor, entonces se dice: «—Como si lo viese».

¡Tristes efectos todo ello de la falta de arraigados princi-

Fotografía 364: Paseo de Cánovas del Castillo. 1918. Firmado a mano por F. Soroa. Tamaño: 5,9 x 10,8 cm.
Fotografía 365: Paseo de Cánovas del Castillo. 1922. Firmado a mano por F. Soroa. Tamaño: 6,1 x 9,4 cm.
Fotografía 366: Paseo de Cánovas del Castillo. 1917. Firmado a mano por F. Díaz. Tamaño: 6,1 x 10,8 cm.
Fotografía 367: Callejón innominado. Firmado a mano por F. Soroa. Tamaño: 6,2 x 10,5 cm.

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son muy vagos, así es que no puedo precisar cuanto tiempo duró mi estancia en el Puerto, ni la época fija, aunque si sé que fué en verano. Llegué de Madrid con papá, mamá y el marinero Juan, á quien llamaba yo "el Tete", que era asistente nuestro á pasar una temporada con mis abuelos y mi tía Adela. También estaban en casa mi tío Agustín, con su esposa, mi tía Matilde y sus hijos, mis primos Eduardo (tonto), María y José María, este último de mi edad, que por cierto enfermó con tos ferina (murió en Murcia poco tiempo después) por lo que mis padres supieron á qué me contagiaré yo; lo que motivó que mis abuelos, considerando atinadamente, que era la primera temporada desde mi nacimiento que pasábamos en el Puerto, mientras que la familia de mi tío Agustín veraneaba allí con ellos todos los años, acordaron que esta familia se marchase á Murcia con el niño enfermo para tranquilidad de mis padres y evitar mi contagio. Recuerdo que mi tía Adela estaba convaleciente de una enfermedad, y me entretenía mucho. Era ayudante de Marina Don Pablo Mulet, teniente de navío graduado procedente de la carrera de pilotos, pero persona muy prestigiosa y de toda confianza de mi padre, que le estimaba mucho. Don Juan Antonio Yúfera y García era el cura párroco y Don Juan Gil era torrero. Nada más recuerdo.

x II. Año 1883. x

Con motivo de la muerte de mi abuelo, ocurrida el 23 de Mayo á los 83 aos y teniendo yo 5 años estuvieron papá, mamá y yo en Mazarrón en la casa de mis abuelos y tía Adela. También estaba allí la familia de mi tío Agustín, habiendo nacido entonces mi prima Fuensanta. Recuerdo perfectamente, como desde el año 1882, á mis ancianas tías Bernarda, Cecilia (Sissy, como la llamaba yo posteriormente), Enriqueta y Frasquita, que vivían en Mazarrón en la casa de las dos primeras. La estancia fué de pocos días y no estuvimos en el Puerto.

x 3. Año 1884. x

Tenía yo cerca de 7 años. Por estar gravísima mi abuela con fiebres perniciosas, salimos de Madrid para Cartagena papá, mamá y yo, donde conocí á mi primo Perico García Berisso, niño un año menor que yo. Esto fué el...

Fotografía 371: La Puerta del Sol. 1917. Firmado a mano por F. Díaz. Tamaño: 6,2 x 10,6 cm.
Fotografía 372: Puerta del Sol y casa de Don Juan Antonio Serrano. 1920. Firmado a mano por F. Soroa. Tamaño: 6 x 10,6 cm.
Fotografía 373: Puerta del Sol y calle Mayor. 1920. Firmado a mano por F. Paredes. Tamaño: 5,8 x 10,9 cm. La fotografía está recortada de forma curva en la parte superior.

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25 de agosto. En Cartagena nos esperaba el vapor CARMEN, que fué exclusivamente para llevarnos al Puerto; yendo á un bordo el ayudante de Marina de allí Don Marrín Mulet (que era hijo de Don Pablo, protegido también por mi padre y teniente de navío graduado procedente de pilotos), y Bartolo Oliva, este último iba exclusivamente para tener cuidado de mí. Fué la primera vez que me embarqué. En la casa del Puerto estaban también mis tíos Agustín y Matilde y mis primos Eduardo, María y Fuensanta. Recuerdo haberme embarcado una mañana en la Isla con papá, mis primos en un baile típico del país, dado en honor del papá. Me regaló el cuñado de Mulet dos bonitos barcos. Como mi abuela se puso buena, y había en la provincia casos sospechosos de cólera, estuvimos en el Puerto pocos días, y regresamos á Madrid el 1 ó 2 de Septiembre. Seguía siendo torrero Gil y párroco Yúfera.

x 4. Año 1885. x

Tenía ya cumplidos 7 años. Había muerto el 9 de Enero mi papá; y desde Marzo vivíamos en Murcia mamá y yo. Por declararse el cólera en esta ciudad, salimos de allí para Mazarrón en Junio mamá, mi abuela, tía Adela y la criada Catalina; conociendo entonces en Mazarrón á Juan, Octavio y Nicolás Cano, con quienes jugaba mucho, como con sus hermanas Ángela y Remedios, Ceferino y Manuel Albacete, Lola Gómez, Isabel Martínez y María Bonmatí, como á los hijos de nuestro vecino Andrés Muñoz (a) "Malastrazas", con los que también jugaba mucho. Nos fuimos al Puerto los cuatro, y allí estuvimos hasta primeros de Octubre, siendo esta la primera temporada larga pasada en el Puerto, y continuadas anualmente y sin interrupción hasta la fecha. Me bañé por primera vez. Jugaba principalmente con los hijos de Marta Oliva y Juan Antonio García (Bartolo, Fernando, Juan Antonio y Ana María), Paco Lorente (hijo del cabo de mar Cristóbal), un hijo del llamado Diego el Lotero, Concha (la actual esposa de Miguel Caparrós) y las hijas del ayudante de Marina Don Martín Mulet (Catalina, Isabel y Ángela), dicho Sr. Mulet estaba atentísimo con nosotros, ma-

Fotografía 374: Calle de Mazarrón. Firmado a mano por F. Soroa. Tamaño: 6 x 10,6 cm.
Fotografía 375: Llegada del automóvil a Cartagena.1918. Firmado a mano por F. Soroa. Tamaño: 6,1 x 10,7 cm.
Fotografía 376: Calle de la Carretera. 1918. Firmado a mano por F. Soroa. Tamaño: 6 x 10,4 cm.
Fotografía 377: Calle Mayor. Firmado a mano por F. Díaz. Tamaño: 5,7 x 6,2 cm.

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