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Descripción archivística
F. Díaz Con objetos digitales
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...es que tengo un indudable arraigo en esta población, donde mi familia ha representado siempre el elemento aristocrático de más elevado abolengo, manifiestamente intemperante con los elementos elevados de la nada por las circunstancias de la fortuna (á que tanto se prestan las comarcas como esta, viven principalmente de la industria minera y sus derivaciones), pero siempre afanosa por hacer cuanto beneficio le ha sido posible á su alrededor, como lo indica el respeto que toda mi familia ha inspirado siempre, y el gratísimo recuerdo que de todos sus miembros se conserva hoy día, á pesar de que el tiempo todo lo borra, siendo aun citados con grande y respetuoso afecto los nombres de mis abuelos, tíos y madre.

Era oriunda de Mazarrón la familia de mi abuela materna (Doña Rosa Ruíz y Heredia), cuyos hermanos eran Don Eusebio, político de ideas liberales que falleció el año 1850; Don Juan, abogado, magistrado, diputado á Cortes y gobernador de varias provincias, que falleció el 1853; y Doña María Jesús, casa con Dos Santos Vidal Abarca, también mazarronero; muriendo los tres sin sucesión; y en Mazarrón tenía esta familia importantes bienes raíces y urbanos. La familia de mi abuelo, (Don Agustín Juan y Maurandy) era de origen valenciano, pero por circunstancias no...

Fotografía 5: Vista del faro y sus dependencias (1922). Firmado a mano por F. Soroa. Tamaño: 5,8 x 10,6 cm.
Fotografía 6: En la puerta del faro (1921). Firmado a mano por F. Soroa. Tamaño: 6 x 10,3 cm.
Fotografía 7: El faro (1917). Firmado a mano por F. Díaz. Tamaño: 10,8 x 6,3 cm.
Fotografía 8: Gasógeno del faro. Firmado a mano por F. Soroa . Tamaño: 10,7 x 6,3 cm.
Fotografía 9: En la puerta del faro (1922). Firmado a mano por F. Soroa. Tamaño: 5,7 x 10,3 cm.

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ni aun eclesiásticamente, con el Puerto, sino directamente con Mazarrón. Al pié de la Pava hay una noria moderna de las salinas.

El cabezo ó punta del Castellar, masa volcánica relativamente grande, limita á Poniente la playa de Nares, comenzando el bol y playa á que da nombre, también hermosa y limpia, y con casas de mazarroneros, entre ellas Villa - la Purísima, con oratorio, propidad del que fué inolvidable párroco de San Antonio de Mazarrón Don Celestino Sangenís y Paibrado. Aun más al O., en pleno arenal de la playa (que forma el llamado bol de la playa), se encuentra un curioso y pequeño espacio donde se crían unas notables flores, semejantes á la azucena y al nardo, de fragante olor, y que, además de criarse solo en ese pequeño rodalito, no viven al ser trasplantadas ni aun á terrenos más á propósito que un arenal tan inculto? como en el que se crían y tan desprovisto de vegetación por lo demás, dando esto fundamento á la tradición de la aparición de la Santísima Virgen en este sitio en el siglo XVIII para ahuyentar á los piratas berberiscos que habían hecho un desembarco, brotando esas flores, en que tan extrañas particularidades vemos todos, aun en el día, en el sitio en que se posaros aquellas sacrosantas huellas. Este misterioso plantel ha sido el límite occidental de mis paseos por tierra, pues solo embarcado he visto los sitios que siguen al O., que son: el Bolnuevo, cueva de Lobos en la parte en que la alta sierra de las Moreras se moja en el mar, Pelea, Calaleño, Fondón, Cobaticas, Parazuelos, Calnegre, etc, y que, aunque pintorescos, según referencias, solo he visto desde el mar en excursiones marítimas. A la altura del Castellar terminan las salinas hacia el O., lo cual indica que es bajo todo este terreno que linda con esta costa occidental. Se pesca mucho en todos estos boles, que forman la llamada Marina de Mazarrón.

Tomando ahora la costa hacia Levante, á partir del Monte del Faro (ó del Puerto, pues con los dos nombres se conoce) nos encontramos después de la cala del Pié del faro, con una costa que, conservando casi sin interrupción el carácter de playa, tiende á elevarse y á formar natural murallón. Ya indiqué que en esta parte y á la falda N. del monte del Faro ó del Puerto, está edificada la población, de la que después me ocuparé con el consiguiente detenimiento, limitándome ahora á tratar de esta costa. Desde la punta del Faro has-

Fotografía 60: El gachero bajo el peñasco del Pepino. 1917. Firmado a mano por F. Soroa. Tamaño: 6 x 10,5 cm.
Fotografía 61: El gachero y la Isla de Adentro, con el Freo?. Firmado a mano por F. Díaz. Tamaño: 6 x 10,5 cm.
Fotografía 62: El gachero. 1918. Firmado a mano por F. Díaz. Tamaño: 6 x 10,7 cm.

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halla emplazada á unos dos kilómetros al interior en una vertiente de la sierra; es de hierro y tiene su entrada al nivel del suelo, de modo que, suprimido el descenso por pozo de las minas, que tan desagradable es, más parece soberbia gruta natural que rica mina; junto á ella está emplazada la estación superior del cable aérea. La Caleta y la mina ESTIGIA son el límite de mis excursiones por la costa oriental, pues ¿? aun por más he costeado esta parte. Nada conozco del cabo de la Azohía, límite e. de la bahía, se parado del monte del Faro por una distancia de tres leguas, y que solo he doblado en los dos viages (sic) que he hecho por mar á Cartagena.

Respecto á la parte N. ó de tierra, poco hay que decir. Al N.O. de la población y separado de ella por saladares, está el monte Gitano, en cuya parte más baja, hacia el E., hay una torre circular llamada Torre Vieja ó del Gitano, bastante bien conservada, pero no de tanta antigüedad como se cree, pues no es anterior al siglo XVI y forma parte del sistema de defensas empleado entonces en las costas contra las invasiones de los piratas berberiscos, y es semejante á una que hay en el cabo de la Azohía á Levante y otra en el Bolnuevo á Poniente, si bien estas son cuadradas, habiendo existido también otra en el actual emplazamiento del faro antes de la construcción é instalación de este. El monte Gitano, en cuya falda al S. O. tienen su origen las salinas, es completamente arcilloso y neptúnico, y está circundado hacia el o. por la vía férrea del Puerto á Mazarrón, hacia el N.O. por la carretera de Mazarrón, y al N. por un camino vecinal que conduce al cementerio nuevo, en el comienzo de cuyo camino hay un grupo de hermosas palmeras, que dan entrada á la finca que Don Francisco Javier Hernández Izquierdo posee en la parte N.O, de este monte, con una casa en su cumbre, desde donde se disfruta de hermosos panoramas. La ladera S. del monte Gitano forma el barrio de las Cuevas, donde vive bastante gente, unas en cuevas, como verdaderos trogloditas, y otras en casas más ó menos pobres.

El cementerio, al N. y bastante alejado en proporción del monte Gitano, es bastante bueno y de moderna construcción. Hay buenos enterramientos, y los panteones de las familias de Gómez (el mejor y más elegante de todos), Soler, Yúfera, Roth y García Caparrós. Limítrofe a él hay un pequeño cementerio protestante. Faltan capilla y depósito de cadáveres. También se puede ir al cementerio por la carretera...

Fotografía 74: Cala del Vino. Firmado a mano por F. Díaz. Tamaño: 6 x 10,4 cm.
Fotografía 75: Cala del Vino 1920. Firmado a mano por F. Soroa. Tamaño: 5,9 x 10,6 cm.
Fotografía 76: El gachero desde el mar. Firmado a mano por F. Soroa. Tamaño: 6,3 x 10,8 cm.

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calles afluentes á la de Cartagena, carecen de importancia, siendo solo dignas de mención la del Ángel, bastante ancha y donde está el edificio de las Escuelas Graduadas y dos casas con altos, y la de Manuel Lobo, donde tiene su casa (y admite en ella huéspedes) este poeta, tan poco conocido inapreciado en el Puerto, cuya calle termina en las afueras en la era del Repistón, donde hay una casa de campo y se despiden de ordinario los entierros. Más al E. de esta era está el pequeño huerto llamado de Isidro casi junto al cementerio viejo. En la plaza de la Iglesia, donde hay una fuente pública rodeada de verja, está la casa de los señores Zamora Vivancos, muy grande, aunque en bajo, con una verja en su parte delantera, y formando un recodo con ella está la iglesia parroquial, dedicada á San José, qué paso a describir, no obstante su nulo mérito artístico.

En la iglesia de pequeñas dimensiones y consta de dos naves, pues se han ido poco á poco construyendo capillas en su parte oriental; y aunque no ofrece nada de particular, pregona el celo y esfuerzo de los párrocos, en particular del actual Don José Antonio Guerrero, que ha logrado transformar interior y exteriormente la iglesia, todo lo que la pequeña del local y los recursos recaudados le han permitido. La imagen del titular se halla en un camarín en el altar mayor, que está modestísimamente decorado, y á cuyos lados se ostentan en sendos camarines las imágenes de Jesús Nazareno al lado del Evangelio, y de la Verónica al de la Epístola, en cuyo lado se abre la puerta de la sacristía. Descendiendo del presbiterio (que es muy angosto) á la nave central (en cuyo crucero hay dos cuadritos con doreles? y portacandeleros, el de la izquierda de Nuestra Señora de las Tres Avemarías y del Perpetuo Socorro el de la derecha), se encuentra el altar de Santa Rita, con elegante retablo sin estilo definido, delator de la magnificencia? de los Sres. Gómez, y sobre el cual se abre una tribuna enrejada correspondiente á la casa vecina de los señores Zamora Vivancos; el de San Pedro, buena imagen sin retablo; el de Nuestra Señora de los Ángeles, también sin retablo; y el de San Antonio, á los piés de la iglesia y junto á la puerta de la escalera del coro, sin retablo igualmente y con una imagen de este milagroso santo, de lo más sencillo y antiestético posible. En la nave lateral y en los piés de la iglesia, está la capilla del Sagrado Corazón, imagen de hermoso y devoto aspecto, en vistoso altar gótico moderno, estando en esta capilla el baptisterio, y teniendo una puerta secundaria á la calle, y siem-

Fotografía 83: Cala del Moro Santo. 1919. Firmado a mano por F. Soroa. Tamaño: 6.2 x 10,8 cm.
Fotografía 84: Cala del Moro Santo. Firmado a mano por F. Díaz. Tamaño: 6,1 x 10,7 cm.
Fotografía 85: Cala del Moro Santo. 1918. Firmado a mano por F. Soroa. Tamaño: 6 x 10,6 cm.

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-sitación y Ángeles) y dos hijos (don Pascual, que estudia Derecho, y Don Ignacio, guardiamarina), todo los cuales habitan la amplia casa en bajo en el recodo de la plaza del Mar junto á la vía férrea; tiene otra hermana, Doña Ángeles, casada con un hijo de Don Pedro García Caparrós, y vive en una bonita casa en el paseo de Cánovas del Castillo. Posee esa familia numerosas casas, solares y almacenes en el Puerto (y el muelle que hay cerca del Pié del faro). Constituye la créme es esta sociedad; y su prudente aislamiento, muy criticado en general, pero que solo merece alabanzas, tiene á esta familia á una prestigiosa altura sobre el resto del vecindario. Me liga á todos ellos una buena, antigua y heredada amistad, y un lejano parentesco con las hermanas Gómez Vivanco por parte de su madre y de mi abuela materna. No han contraído más alianzas matrimoniales que las indicadas, así es que en el Puerto no tienen más familia.

La familia Yúfera, bastante decaída hoy, está emparentada con una buena parte de los vecinos, ricos y pobres, de la población. Hoy la forman los hermanos Bartolomé, Vicente y Francisco Yúfera y García, de los cuales el primero tiene varios hijos; entre ellos Ana, casada con el ilustrado directos de las Escuelas graduadas Don Eduardo Primo; y varios sobrinos, distinguiéndose entre todos estos Don Francisco Yúfera Hernández, Doctor en Derecho, y tal vez la persona más intelectual hoy día del Puerto, el cual comercia con gasolina y harinas, como también en esta última mercancía su primo Bartolomé. Sus parientes, como he dicho, son muy dilatados.

Don Eduardo Sánchez es rico hacendado, viudo de una Yúfera y con un hijo y una hija solteros. Viven en la casa más alta de la población en la calle del Progreso.

Y ahe citado en varias ocasiones á Don Francisco Javier Hernández Izquierdo, inteligente y probo comerciante é industrial, con varias hijas, queha adquirido con su propio esfuerzo una buena fortuna. En cambio su hermano mayor Juan es muy desgraciado en sus empresas, conservando una buena casa en la calle de la soledad, y un comercio de alquitrán y efectos navales (que también venden en sus respectivos establecimientos Alfonso Hernández Zaplana y...

Fotografía 148: Playa de la Isla. Firmado a mano por F. Soroa. Tamaño: 5,5x 10,8 cm.
Fotografía 149: Una barraca en la playa de la Isla. 1917. Firmado a mano por F. Díaz. Tamaño: 6,2 x 10,7 cm.
Fotografía 150: Escena en la playa de la Isla. 1921. Firmado a mano por F. Soroa. Tamaño: 5,6 x 10,8 cm.
Fotografía 151: Monte de la Arena. 1919. Firmado a mano por F. Soroa. Tamaño: 6,2 x 10,7 cm.

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(...) vecinos apenas frecuentan la iglesia, y casi no la pisan, como no sea para bodas y bautizos (y con bastante irreverencia), o atraídos por la curiosidad tan solo cuando hay funciones aparatosas. Pues bien, no bastante eso, que parece lógico que se tradujese en completa indiferencia, son tan numerosos los encargos de Misas (y no solo por difuntos y rezadas, sino votivos y cantadas) que el cura párroco no puede por sí solo hacer frente a tanto encargo, y lo mismo me sucede a mí desde que soy sacerdote. Lo mismo sucede con los entierros, que, como se trate de pobres de solemnidad, siempre, aun siendo de párvulos, se celebran con cruz alzada y asistencia del clero, según la posición metálica de cada familia. Así se explica que, contra lo que pudiera esperarse, sea esta parroquia origen de buenos ingresos económicos para el cura. Y ya he dicho antes que en la administración del Santo Viático asiste muchísima gente, hombres y mujeres, casi todos de clase humilde, doy fe de que en este solemne acto (y solo en este) se nota piadosa y sincera devoción que hace notable contraste con la usual irreverencia con la que se suele asistir al templo y a varias procesiones. La otra particularidad consiste en que, así como en todas partes la mujer suele ser más piadosa que el hombre, aquí ocurre todo lo contrario. Fuera de un corto número de mujeres del Puerto no son nada piadosas, aunque observan algunas prácticas, más bien supersticiosas como sucede con las invocaciones que, lo mismo ellas que ellos, suelen hacer a la Purísima Concepción, sin saber siquiera lo que significa este concepto. Es más, las mujeres contribuyen de especial modo a que los hombres se alejen de las prácticas religiosas, pues no solo no se ocupan de que sus hijos asistan a Misa y confiesen, sino que se burlan y mofan de los hombres cuando ven en ellos algún signo de incipiente piedad, que ya tratan ellas diabólicamente de borrar. Sienten tal horror y tal desprecio a la denominación de beatas, para ellas sinónimo de piadosas, que lo consideran como sangriento ultraje, y yo mismo oí, no hace muchos años, a una mujer que, en disputa con otra, fue molejada (sic) por esta de beata, contestar así indignada:«—Mira, llámame puta, pero no me llames beata». Sienten un satánico, aunque inconsciente odio a la confesión, y se lo inculcan así las madres a sus hijas, creyendo que es una vergonzosa humillación contar sus flaqueza a quien solo consideran como un hombre cualquiera y no creen en la constante inviolación (sic) del sigilo (...)

Fotografía 173: La Cueva del Agua. 1922. Firmado a mano por F. Paredes. Tachada con la misma pluma la firma de F. Soroa. Tamaño: 6,4 x 10,8 cm.
Fotografía 174: Encañizadas del Canal de las Salinas. 1921. Firmado a mano por F. Soroa. Tamaño: 6 x 10,6 cm.
Fotografía 175: La Cueva del Agua. 1917. Firmado a mano por F. Díaz. Tamaño: 6,3 x 10,7 cm.

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Si están en posición algo desahogada, pocos son los hijos que se dedican a estudios (así que es escasísimo el número de estudiantes en el Puerto), sino que, o se dedican a la viciosa ociosidad típica de este pueblo, o buscan empleos y colocaciones modestas, sin más aspiraciones; pues si hay jóvenes que las tienen, suelen ser totalmente ineficaces, por aceptar, sí, el fin, pero no el trabajo de cualquier clase que siempre suponen los medios necesarios para conseguir ese fin; quieren llegar a la cima de una montaña sin pasar la fatiga que produce subir la pendiente cuesta, así que se quedan en la falda del monte. Y la mayoría de los padres no animan a sus hijos a poner los medios, sino todo lo contrario. Un porvenir como nunca pudiera haberlo soñado se le ofrecía a un joven del Puerto, a quien un señor brindaba desinteresado cariño, sin pedirle otra recompensa que correspondencia en ese cariño, ni siquiera por propio y prudente interés; pues bien, los padres (sobre todo la madre) de dicho chico, hicieron estériles los esfuerzos de dicho señor, que a cambio de grandes beneficios pecuniarios y de todos los órdenes, solo recibía como pago ingratitud, falsedades y tontos engaños (a sabiendas de que la condición que ponía para conseguir aquello que nunca se hubiera atrevido a aspirar era ser sincero y no engañarle nunca en cosas que por ser además del dominio público, no podían ser ignoradas), llegándose hasta tratar de negar y ocultar, lo mismo el padre que la madre y el hijo, hasta la procedencia de los regalos y beneficios del bienhechor; ayudando esta madre tan mal aconsejada a su hijo en unos dañinos engaños; llegando a despojar a dicho señor de la razón de que estaba saturado, desautorizándole delante del chico, y hasta negándose a aceptar excelente y productiva colocación ante las 2 pesetas 50 céntimos que gana de jornal ahora como aprendiz un chico de 19 años, que se ha negado también a seguir la carrera que le empezó a costear el bienhechor, que tanto le quiere, negándose también aun simplemente a agradarle, hacerle compañía en su soledad, hacerse el necesario, en fin, mostrándose en cambio hosco, frío y seco, y aconsejado en esto por su madre. ¡A qué comentarios tan tristes se presta este también triste y conocido caso!

Fotografía 188: Punta de la Reya. 1917. Firmado a mano por F. Díaz. Tamaño: 5,6 x 16,1 cm.
Fotografía 189: Punta de la Reya. 1922. Firmado a mano por F. Ríos. Tamaño: 7,2 x 5,5 cm.
Fotografía 190: Playa de la Reya. 1922. Firmado a mano por F. Soroa. Tamaño: 10,6 x 6 cm.
Fotografía 191: Vista de la costa desdela punta de la (...). Firmado a mano por F. Díaz. Tamaño: 10,4 x 6,2 cm.

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reserva, que ellos en su inexperiencia de mundo y ridículas pretensiones, creen ser propia de una diplomacia digna de un Gonsalvi? ó de un Metternich, se extrema cuando se trata de informaciones por carta. ¡Qué colección epistolar podía yo presentar en estos dos últimos años en apoyo de mi acierto?! Con tristeza le digo; no puedo contar para ningún asunto de confianza ni reservado con nadie del Puerto (ó con poquísimas personas). Ni nadie espere (y siempre hablando en general, como no me canso de repetir) que hasta hallar sinceridad ni franqueza en esta gente, que desgraciadamente solo ofrece doblez y falsedad, sino solo censuras y criticar más ó menos solapadas, pero siempre crueles. No haya cuidado que, en general, se encuentra ayuda allí para nada noble y digno, sea en el orden privado, sea en el público.

Muchísimo podría hablarse y escribirse sobre las cartas de vecinos del Puerto cuando contestan á asuntos de interés. En general, aunque se indique que se tiene prisa en recibir pronta contestación, como si la manifestación de tal deseo fuese contraproducente, se tarda mucho más que de ordinario en contestar; y aun se dan casos, como se comprueba por la fecha la carta y la del matasellos, en que se descuiden en echarla al correo, á veces cuatro y cinco días. En que, como ya he dicho, parece que se trata de cotizar y vender caro las noticias interesantes.

Es este un detalle curioso y desagradablemente típico (y por repetida experiencia hablo), pues no ocurre con una ni con dos personas, sino con casi todas en general, cuanto con más prisa se pide la contestación, más se tarda en contestar. Otras veces se abstienen de contestar á aquello que se desea; y hasta conservo en mi archivo una carta donde se me dice esto: "Le contesto precisamente hoy que, como V. sabe, tengo obligación muchísimo que hacer, lo que quiere decir que lo hago porque naturalmente no seré muy extenso". Sin comentarios. Obtener por carta una noticia del Puerto que interese, es dificilísimo problema; cuesta gran trabajo y varios sellos y cartas saber algo, nunca todo, de lo que se desea; y ya he dicho que no es raro que ni siquiera se conteste á lo preguntado. Otro nuevo caso que así lo prueba, y más aun la paradójica y maligna reserva de estas personas, es el siguiente: Al pedir un informe sobre cierto individuo con gran interés, y no obstante tratarse de una persona que inspira á la casi totalidad de sus paisanos profunda antipatía por varias razones y múltiples causas, una de ellas la envidia, la persona á quien escribía pidiéndole tal informe, se creyó en el caso de...

Fotografía 286: La bahía desde el muelle. 1917. Firmado a mano por F. Soroa. Tamaño: 6,2 x 10,6 cm.
Fotografía 287: La bahía desde el muelle. Firmado a mano por F. Díaz. Tamaño: 6,3 x 10,7 cm.
Fotografía 288: La bahía y el muelle de abajo. Firmado a mano por F. Díaz. Tamaño: 5,5 x 10,9 cm.

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actividad y brío tenía derecho á ser, y sabiendo que solo materia explotable para los arbitrios de un Municipio que para nada se preocupa de él. Esta funesta indiferencia explica que no esté unido este pueblo por vía de ferrocarril á las estaciones próximas, cuando esto era para su vida asunto de capital interés. Por esto tampoco se ha construido un puerto en su hermosísima bahía, cuando tan fácil, barato y sencillo era construir una escollera en la punta del Faro, y si acaso otra en la del Rihuete; y aunque la Junta de Obras del puerto de Cartagena hizo gestiones en este sentido el año 1906, se despreciaron y dificultaron en el Puerto tan beneficiosas gestiones por miserables piques de la política de campanario; y una cuestión tan vital e importantísima quedó anulada, tal vez para siempre. Esta apatía es la causa de que, siendo esta costa de condiciones naturales excepcionalmente hermosas y atractivas, lo mismo para invierno que para verano, no se haga nada para atraer al forastero, si no que más bien se le repele con la carestía de la vida, su mala policía urbana, las dificultades de las vías de comunicación, y la privación de todo aquello que le sirviese de comodidad, agrado y distracción, pues ni siquiera hay botes de alquiler, cuyos dueños seguramente ganarían bastante dinero en las temporadas de verano; como también creo haber indicado que el único carruaje de alquiler que existe hoy en el Puerto es una malísima tartana. Pena grande causa, en los que queremos tan de veras como yo á este pueblo, ver los grandes beneficios de que se priva por la apatía inconcebible de sus habitantes.

Por eso el Puerto vive una vida puramente vegetativa, sin estímulos ni alicientes de ningún género, vida con la que sus naturales viven contentos y á gusto, á pesar de que no dejan de reconocer cuanto digo. Y por eso su juventud vive sin ilusiones, sin aspiraciones y sin mirar el porvenir. Les basta a estos niños-viejos un presente que consista en comer (mejor o peor) asistir á las funciones cinematográficas los jueves y domingos, y vegetar en la Peña ó tertulias similares. ¿Que con actividad, trabajo y prudencia podrían aspirar á todo y que con esos dotes el mundo se les ofrece á su disposición? ¿Qué importa? se contentan ellos con su aburrida y estéril vida de ociosos pueblerinos, y renuncian á los más seductores y atractivos fines, por no...

Fotografía 325: La playa. Firmado a mano por F. Soroa. Tamaño: 6,1 x 10,7 cm.
Fotografía 326: En la playa. 1917. Firmado a mano por F. Díaz. Tamaño: 6 x 10,7 cm.
Fotografía 327: En el baño. 1917.Firmado a mano por F. Guerrero. Tamaño: 6 x 5,6 cm.
Fotografía 328: En el baño. 1917.Firmado a mano por F. Díaz. Tamaño: 6,1 x 10,7 cm.

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jóven (sic) patentizaban con tal afirmación su estolidez, porque la cosa es evidente ¿dónde tendría más medios de curarse (y más un estudiante de Medicina) en "madrid" ó en el Puerto. Pues la lógica de esta calumniosa afirmación es la que suele presidir siempre en los raciocinios y juicios de las tertulias y reuniones de este pueblo: y con fundamentos análogos y se turifica ó se deprime á una persona.

Y uniendo esta versatilidad é inconsistencia con la apatía que ya he considerado de antes, resulta perfectamente explicado el porqué es inútil buscar en estos vecinos iniciativas para nada útil ni provechoso; en general son todos como el perro del hortelano, pues si bien no saben, ni son capaces de edificar nada, son verdaderos maestros en el triste arte de destruir lo edificado. Todo lo que allí se ha creado ha sido por impulsos de elementos extraños al Puerto, ó por lo menos separados por la distancia y el cambio de vida de la influencia nefasta de este fatal medio ambiente, pero, eso sí, la nada envidiable gloria de derribar y destruir lo que se edificó, tal vez á costa de no pocos sudores y esfuerzos, corresponde siempre á naturales ó vecinos (contagiados por la letal idiosincrasia local) de la población, que para las iniciativas saludables dormitan en los sillones de sus vínculos, pero para hundir con su lengua instituciones sociales y honras personales, se despiertan y forman demasiado a (...) tertulias, admitiéndose en ellas como dogmáticos artículos de fé las especies más inverosímiles y disparatadas (como lo que, como último botón de muestra) he citado pocas líneas más arriba), con tal de que sean perjudiciales a la fama de una persona, ó destructoras de alguna otra. En el Puerto regla demasiado general, tener como criterio los juicios del famoso boticario del cuento: Que se narra alguna acción laudable, se dice: «—Permítame V. que lo dude», que se cuenta algo malo, y cuando más aparatoso y deshonroso sea, mejor, entonces se dice: «—Como si lo viese».

¡Tristes efectos todo ello de la falta de arraigados princi-

Fotografía 364: Paseo de Cánovas del Castillo. 1918. Firmado a mano por F. Soroa. Tamaño: 5,9 x 10,8 cm.
Fotografía 365: Paseo de Cánovas del Castillo. 1922. Firmado a mano por F. Soroa. Tamaño: 6,1 x 9,4 cm.
Fotografía 366: Paseo de Cánovas del Castillo. 1917. Firmado a mano por F. Díaz. Tamaño: 6,1 x 10,8 cm.
Fotografía 367: Callejón innominado. Firmado a mano por F. Soroa. Tamaño: 6,2 x 10,5 cm.

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