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Descripción archivística
De Soroa Juan, Agustín Con objetos digitales
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(...) e iniquidad realizados entre chicos publicarían! Escenas bien repugnantes tienen lugar en la arena de playa las noches de verano entre los muchachos, unos con otros. Su vida, en estas condiciones de moralidad y están siempre juntos, es muy ocasionada á esta clase de vicios. Este último verano tuve yo que protestar ante un baile que, por broma, tuvieron dos de estos chicos en mi propia casa al son de mi gramófono, pues sus movimientos y roces traspasaban con mucho los límites de las libertades decentes que se pueden tolerar entre hombres. Mi amigo Don Ernesto Martín Ayllón vió escandalizado también las caricias que uno de estos jóvenes hacía en plena sacristía, coram pópulo, de un desgraciado é inofensivo imbecil (pues hay que advertir, aunque sea de paso, que los varios tontos é idiotas que hay en el Puerto son aprovechados sin conciencia para actos homosexuales: heterosexuales por los hombres y mujeres libidinosos, y cuando días después, en agria disputa con el joven acariciador se lo reprochó mi amigo, no negó sino que se limitó a decir «que no tenía nada de particular aquello y que lo mismo hacía con el mismo otra persona de edad provecta». Y también este es el caso de advertir incidentalmente, y como manifestación del carácter contagioso de este letal medio ambiente, aun en personas de indiscutible y acrisolada moralidad, que cuando al enterarme yo de estos tocamientos impúdicos, me creí en el deber de advertírselo con la consiguiente indignación al encargado del infeliz, el cual, persona moralísima de verdad, me contestó: «que eso es cosa tan corriente allí que no tenía importancia». Todo esto constituye tal vez solamente prueba indiciaria; pero se sabe positiva é indubitablemente que la masturbación es común y recíproca, la sodomia perfecta y el concúbito per cruza? son muy corriente en el Puerto y desde muy temprana edad; estando además muy desarrollada la pederastia, pues se abusa deshonestamente mayores de los niños sin escrúpulo, y de ello se conocen muchos casos en el gimnasio y en el cuartelillo de exploradores cuando existían; y se saben las abominaciones que en estos sitios, en la playa y en tantos otros cometían y cometen los chicos mayores con los pequeños. La irruminación ó concúbito per os parece ser que no se practica entre estos viciosos. Una persona respetable que vive en este Puerto me aseguraba este mismo último verano ser cosa facilísima pecar homosexualmente con casi todos los jóvenes del Puerto, mediante halagos ó pequeñas o modestas remuneraciones. Tal vez exagerase algo este señor; pero es cosa indudable, y que está perfectamente probada que hay muchísimos jóvenes [...]

Fotografía 220: Cementerio. Firmado a mano por F. Soroa. Tamaño: 6,2 x 10,7 cm.
Fotografía 221: Cementerio. 1922. Firmado a mano por F. Soroa. Tamaño: 6,2 x 10,8 cm.
Fotografía 222: Camino del cementerio. 1922. Firmado a mano por F. Soroa. Tamaño: 6 x 10,5 cm.

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las mejillas de la mayor parte de ellas por nada que oigan ni vean. Pocas noches antes de escribir estas líneas se representó una película poco delante y de subidísimo color en el cine; y no solamente no se salió del recinto ninguna muchacha, (á pesar de que me aseguraron que la tal película, que he calificado con exceso de benevolencia como poco decente era capaz de ruborizar á un cabo de gastadores), sino que se percibían claramente las risas y cuchicheos aprobatorios de las indicadas chicas. Son buenas muestras estos casos, que se podían aumentar hasta un número casi infinito; y claro es que esta falta de decoro y de pudor no puede agradar honradamente á los hombres. No es raro en ellas, sino al contrario, bastante frecuente, el tribadismo y demás actos homosexuales femeninos de modo hasta significativo. Se conocen casos; se citan hasta nombres de parejas lésbicas: se ha visto entre ellas en pleno baño algunas escenas inconvenientes; y también las barracas de baños, como decía al hablar de los hombres, podrían contar si tuviesen el don de la palabra, mil escenas dignas de la isla de Lesbos. Y termino esta desagradable materia con la narración de dos hechos, no menos auténticos que los demás que relato, Tuve yo, en mi casa, hace dos años, que llaman disimulada, pero enérgicamente atención á dos mujeres que, en la chiase longue de mi gabinete y mientras oían el gramófono, se acariciaban en forma nada correcta; por cierto, una de ellas estaba casada. Y el año pasado fue despedida cierta criada de la casa en que servía, por no disimular y denunciar á sus amos las acciones deshonestas que su hija estaba realizando con una amiguita en una habitación de la casa. Y termino tan desagradable materia, insistiendo una vez más que al hablar de tan feos asuntos, hablo en general, y sin tratar de molestar ni descubrir á nadie: hablo sin particularizar; y me complazco en creer y afirmar que, lo mismo en hombres que en mujeres, hay en el Puerto, como en todas partes personas honradísimas y verdaderamente virtuosas, con las que nadie se puede considerar aludido por mí en cuanto digo.

Respecto al vicio de la embriaguez, hay sí, numerosas personas que se emborrachan en el Puerto, donde no escasean por cierto las tabernas; pero hay que hacer la justicia que no se dan, salvo rarísimas excepciones, escándalos en vía pública por los devotos de Baco naturales del Puerto; y aunque se conocen los nombres de muchos de estos devotos, (...)

Fotografía 232:Vista desde la carretera de Mazarrón. 1922. Firmado a mano por F. Soroa. Tamaño: 5,8 x 10,7 cm.
Fotografía 233: Huerto de D. Juan Hernández Izquierdo. 1922.. Firmado a mano por F. Soroa. Tamaño: 6,3 x 10,5 cm.
Fotografía 234: Juego de bolos en el barrio de la Molineta o Repistón. 1918. Firmado a mano por F. Soroa. Tamaño: 6 x 10,2 cm.

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(...) es concejal actualmente. A la familia Médez de efectos navales. Antonio Coy es rematante de pescado, pertenecen también patrones de cabotaje y comerciantes marítimos. Andrés Hernández está dedicado al comercio marítimo; es padre de varios hijos, siendo el mayor, Francisco, práctico del puerto. Un hermano de Andrés, Antonio, es práctico retirado, y tienen una hermana, Leonor, que posee una casa en la calle Escorial y San Vicente. Una hija de Andrés está casada con el simpático y probo comerciante y carpintero Alfonso Hernández Zaplana, que también es funerario y vendedor de efectos navales. Antonio Coy es rematante de pescado, casado con la hija del posadero de la calle Mayor. Antonio Sáez es el encargado de la plaza de abastos, tiene un hijo, es gran jugador de billar y tiene una larga parentela. Bartolomé Jorquera es el actual alcalde del Puerto (un teniente alcalde en el Ayuntamiento de Mazarrón), viven el a calle de San Fausta García Coy, y tiene un hijo mayor José de dieciséis años y su hermano Tomás, que también se llama Bartolomé Jorquera, comercia con esparto y tiene dos hijos. Francisco Vera y Acosta es un joven laborioso que vive en la calle del Escorial junto a sus padres y su sobrino Juan Vera, padre a su vez de un amigo (y protegido) de Agustín de Soroa llamado Ramón.

Hijos de un matrimonio tan apreciado y respetado en el Puerto hace ya bastantes años eran los difuntos Don Antonio Sáez, médico, y Doña Eduarda Munuera, hoy completamente decaídos de su pasado esplendor son los hermanos Don Eduardo (secretario de Sanidad), Doña María, Doña Concepción (casada con el droguero D. Francisco Yúfera y García) y Don Federico. Los solteros purgan tristes imprevisiones y habitan aún su casa bajo la calle del Progreso, donde en otros tiempos se obsequiaba con prodigalidad y se divertía a paisanos y forasteros.

Triste vástago de otra familia, casi extinguida hoy, pero que fue también justísimamente apreciada y respetada en el Puerto. es Francisco Mulet y Hernández, escribiente de la Capitanía del Puerto y casa con la sobrina de un telegrafista. (...)

Fotografía 155: Monte de la Arena por la parte de tierra. 1921. Firmado a mano por F. Soroa. Tamaño: 6,1 x 10,2 cm.
Fotografía 156: Casas bajo el monte de la Arena. 1922. Firmado a mano por F. Soroa. Tamaño: 6,3 x 10,8 cm.
Fotografía 157: Nuevas casas en la playa de la Isla. 1922. Firmado a mano por F. Soroa. Tamaño: 6,2 x 10,8 cm.

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(...) Es pariente de Don Francisco Javier Hernández Izquierdo y de Don Francisco Yúfera y Hernández. Es hijo del dignísimo y en sus últimos años desgraciadísimo ayudante de Marina que fue de este Puerto y teniente de navío graduado Don Martín Mulet y Chumilla, y nieto del que también fue ayudante de Marina del mismo padre y después en el hijo toda su confianza para todos sus asuntos políticos y del servicio de la Armada en el Puerto.

De las familias Hernández y de Heredia, antiguos patrones de cabotaje y navieros, quedan en el Puerto algunos representantes del sexo femenino, algunas solteras y otras casadas, como Encarnación Heredia, cuyo marido es Eugenio, hijo de Juan Hernández Izquierdo, Doña Adela Hernández es viuda de Don Mariano Yúfera, y madre del abogado Don Francisco Yúfera (casado con Doña Rosa Guirao). Ambas familias Heredia y de Hernández están emparentadas entre sí.

Úrsula Ruíz, viuda de Antonio Barberán, tiene acreditado un estanco en la calle Mayor, y tiene una hija casada con Ginés Francés, mecánico, herrero y vendedor de efectos navales.

Del elemento avecindado en el Puerto a consecuencia de la fundación de la fábrica de fundición, está a la cabeza Don Pedro García Caparrós, oriundo de Cuevas de Vera en Almería, gerente que ha sido de la Compañía Metalúrgica desde su fundación hasta hace pocos años de humildísima extracción social, pero que ha adquirido una buena fortuna. Es el jefe de la política local y persona agradable. Tiene dos hijos: Don Francisco, casado con Doña Ángeles Gómez Vivanco; y Antonio, esposo de María Hummer. Lo mismo el padre que los hijos habitan en buenas casas en el paseo de Cánovas del Castillo, siento el padre representante y teniente en el Puerto de la política del jefe de Mazarrón Don Ginés Paredes y Lardín.

Don Victoriano Soler, madrileño, es el actual gerente de la Compañía Metalúrgica. Tiene varios hijos, y vive en el hotel de la calle Alta de Don Arturo Lafuente. Don Pedro Roth, de nacimiento alemán, es contramaestre de la fábrica de fundición y vive bajo la calle Nueva, cerca de la Puerta del Sol. Tiene tres hijos, uno de ellos casado con Laura Hummer. Tiene un hermano, Antonio, que vive con él. También es contramaestre de la fábrica y de clase inferior. Don Juan Hummer (...)

Fotografía 158: Playa de la Isla. 1917. Firmado a mano por F. Soroa. Tamaño:6 x 10,5 cm.
Fotografía 159: Islote de los Aviones. Firmado a mano por F. Soroa. Tamaño: 6,2 x 10,6 cm.
Fotografía 160: Casas nuevas en la playa de la Isla. 1922. Firmado a mano por F. Soroa. Tamaño: 6,8 x 10,6 cm.

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(...) consuegro de Pedro García y Don Pedro Roth, y padre del farmacéutico de igual nombre, con el cual en su lindísima casa con altos con altos del Paseo de Cánovas del Castillo. Tiene convocados como obreros en la fábrica de fundición a varios parientes de su muger (sic), de apellido Sevilla.

También son empleados de la misma fábrica y de origen almeriense los hermanos Don Diego y Don Juan Soler, el primero además agente consular de Uruguay, y ambos domicilios en el paseo Cánovas del Castillo. Agustín Jerez, comerciante, vive en la calle del Carmen y también es oriundo de la provincia de Almería. Está casado con la sobrina de Encarnación Tomás, dueña de una hospedería. Don Ángel María Cánovas, de Cartagena, el gerente de la compañía propietaria de las salinas.

Por haber olvidado hacerlo al tratar el elemento indígena, incluyo aquí a Bartolomé Meca, dedicado al comercio marítimo, rematante de pescado y con una tienda de comestibles en la calle de los Carros.

Andrés Cervantes y González, padre de mi joven y queridísimo amigo y protegido Paco Cervantes, es natural de Garrucha, maquinista de la fábrica de fundición y dueño de una pequeña casa de dos pisos en la calle del Progreso.

Entre las familias que no viven en el Puerto, pero que pasan en él anualmente temporadas más o menos largas, cito en primer lugar a los hermanos Don Ceferino y Don Manuel Albacete y Zamora, de origen mazarronero, que pasan en este Puerto los veranos en las respectivas casas de las calles Nueva y de San Vicente, vecinos de Murcia el primero y de Lorca el segundo. Poseen una gran fortuna, que tal vez se comprometa seriamente por haberles resultado un mal negocio la instalación de una fábrica de harinas en las afueras de Mazarrón. Don Ceferino está casado con (...)

Fotografía 161: Playa de la Isla. Firmado a mano por F. Soroa. Tamaño: 6,1 x 10,5 cm.
Fotografía 162: Playa de la Isla. Firmado a mano por F. Soroa. Tamaño: 6,2 x 10,8 cm.
Fotografía 163: Isla de Adentro. 1917. Firmado a mano por F. Soroa. Tamaño: 6 x 10,8 cm.

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Doña Águeda Ayuso y Don Manuel con Doña Catalina Zamora, su prima. Tienen grandes propiedades en Mazarrón y algunas casitas y almacenes en el Puerto, y nuestra amistad heredada de muchas respectivas familias, que han estado muy antiguo unidísimas.

Los hermanos Don Manuel y Don Ginés José Zamora y Vivanco, también de origen mazarronero, viven en Cartagena, y un propietarios en Mazarrón. Son lejanos parientes vivos, aunque apenas nos tratamos, y están emparentados con los Albacete y los Gómez. Habitan largas temporadas en su casa de la plaza de la Iglesia, y ambos son casados y con varios hijos pequeños.

Don Ginés José Paredes y Lardin y un hermano Don Andrés, también veranean en sendas casas en el paseo de Cánovas del Castillo. Ambos viven y son naturales de Mazarrón; siendo el primero abogado y jefe supremo de la política de todo este partido. Don Ángel Vindes (sic) y Guirao, hermano del marqués de Ríoflorido , está casado con Doña Salvadora Vivanco y Oliva, lejana pariente mía, pasando ambos grandes temporadas en una casa del Alamillo, e interviniendo él bastante en la política local.

Doña Dolores Gómez, Medeviela y Granados, viuda de Cano, y también mazarronera, aunque vive en Cartagena, pasa anualmente largas temporadas en la casa de los Sres. Gómez, mis parientes. Antes ha vivido en el Puerto casi tres o cuatro años.

El médico y propietario de Mazarrón Don Víctor Manuel Paredes Raja con unos hijos habitan los veranos la preciosa casa en bajo que poseen en el paseo de cánovas del Castillo; lo mismo que la viuda e hijos de Don Francisco Vera Navarro, que en dicho paseo poseen una buena casa con altos; y la viuda e hijos de Don Filomeno Hostench, que también habitan en su casa en bajo del tan repetido paseo; siendo todos ellos mazarroneros.

Igualmente es de Mazarrón Don Antonio Monche, que veranea en la casa que posee en la carretera de Cartagena, bajo el hotel, casi fuera del poblado. Tiene hijos e hijas, solteros todos.

Don Bernardo Rolandi y Pera, ingeniero de minas y delegado del Estado para inspecciones en la provincia del cumplimiento de las leyes de obreros.

Fotografía 164: Final de la playa de la Isla. 1922. Firmado a mano por F. Soroa. Tamaño: 5,5 x 9,3 cm.
Fotografía 165: El canal de las Salinas, hacia el mar. 1918. Firmado a mano por F. Soroa. Tamaño: 6,2 x 10,6 cm.
Fotografía 166: Encañizadas del canal de las Salinas. 1922. Firmado a mano por F. Soroa. Tamaño: 6 x 10,6 cm.

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He olvidado citar entre los vecinos, aunque no naturales del Puerto, al médico mazarronero Don Ginés González Ballesta, que vive en la calle del Escorial, y es de gran competencia profesional y de reconocidos y probados sentimientos altruistas, pero cuyo entrometimiento en los asuntos de política local le perjudican mucho, aunque tal vez le aviven buenos deseos, que resultan estériles, pero dañosos y contraproducentes.

Mas de todas las personas que no son del Puerto, pero pasan en él anuales temporadas, ninguna me excede en tiempo de permanencia en la población, donde llego estos últimos años a residir casi seis maeses continuos, siendo por tanto el forastero de los que acuden al Puerto y a excepción de los meses de enero, febrero, marzo y abril, que hasta la fecha no he conocido entre estos vecinos, los demás meses del año ya los he pasado, completos o no, en este Puerto. He aquí porqué y por la excepcional vida que en esta población he observado desde pequeño, conozco su manera de ser como nadie, y estoy en condiciones únicas de hacer con verdadero conocimiento de causa el presente estudio crítico del Puerto.

Título V
Estudio crítico de los habitantes del Puerto

El sociólogo o filósofo que se propusiera estudiar a la gente de este Puerto, podría tener la seguridad de que se encontraría con unos caracteres generales especialísimos y de muy difícil comparación, pues la idiosincrasia de estos vecinos es especialísima y no es semejante a la de otros pueblos, donde se cultivará, sí, el chisme, pero no ofrecen seguramente el típico y originalísimo carácter del personal de este Puerto. Solo una legua le separa de Mazarrón, y no obstante esta distancia tan corta, es muy distinta la manera de ser de uno y otro poblado. Los de Mazarrón tienen de común las mismas virtudes y defectos, poco más (...)

Fotografía 167: El canal de las Salinas, hacia tierra. 1922. Firmado a mano por F. Soroa. Tamaño: 5,9 x 10,7 cm.
Fotografía 168: Encañizadas del canal de las Salinas. 1922. Firmado a mano por F. Soroa. Tamaño: 6 x 10,5 cm.
Fotografía 169: Desembocadura del canal de las Salinas. 1922. Firmado a mano por F. Soroa. Tamaño: 5,7 x 10,7 cm.

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(...) este vecindario contra sus curas; y no hace muchos años que Don Domingo Marín, celosísimo párroco a la sazón, fue insultado y abofeteado en pleno púlpito y ante el Señor manifiesto, por imponer silencio en uso de su indiscutible autoridad parroquial; a quienes hablaban escandalosamente en el templo sin que ¡cosa extraña! ni aun las más devotos asistentes estuviesen dispuestos a defender ante los Tribunales ni en el expediente que al efecto se formó a su pastor atropellado, disculpándose alguna de las tales con importunos y fingidos éxtasis.

En cambio, como suele suceder cuando no se practica la religión, son numerosísimas supersticiones. En caso de enfermedad es frecuente acudir a curanderos y saludadoras, que recurren a ensalmos. Se valen del movimiento de un cedazo que gire sobre unas tijeras para descubrir a un ladrón. Se admiten (y no sé si alguien los practica) como medios para granjearse el cariño de alguien; o para satisfacer vengativos odios, los hechizos; y no es difícil hallar quien admita con una credulidad las apariciones de seres ultraterrenales. Antes la masonería contaba en este Puerto con bastantes adeptos, sobre todo marinos, y con fines de lucro; ahora afortunadamente parece que no hay masones entre estos vecinos; por lo menos no hay logia masónica en el Puerto, como la había hace ya bastantes años.

Los entierros siempre revisten carácter religioso, y con muchísimo acompañamiento, sobre todo por las tardes a la hora de terminar todos los trabajos. Pero en las casas mortuorias se despide a los difuntos de una manera muy poco cristiana, pues se les hace un duelo completamente pagano, con plañideras y lloronas, que son las parientas, amigas y vecinas, armando un monumental y ridículo escándalo con sus chillonas lamentaciones y elogios al difunto, no siendo raro oír hasta referencias a los detalles más íntimos de la vida matrimonial. Y que todo esto es cosa (...) y puramente convencional, lo prueban estos botones de muestra: Un marido, después de desgañitarse llorando a su esposa, preguntó a los visitantes con el tono más natural del mundo: «¿Ya he llorado ya bien?». Una viuda, sin duda, como protesta contra las dudas de un cariño conyugal, decía: (...)

Fotografía 180: Inmediaciones de la Reya. 1922. Firmado a mano por F. Soroa. Tamaño: 6,1 x 10,6 cm.
Fotografía 181: Camino de la Reya. 1922. Firmado a mano por F. Jorquera. Tamaño: 5 x 8,4 cm.
Fotografía 182: Peñascos de la Reya. Firmado a mano por F. Díaz. Tamaño: 6,2 x 10,7 cm.
Fotografía 183: Fábrica del esparto. 1922. Firmado a mano por F. Díaz. Tamaño: 6,2 x 10,8 cm.

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además por hacerse acreedores al mayor desprestigio ante sus hijos menores, que con semejante ejemplo es lo probable que sigan tales precedentes. Es también muy frecuente que los padres, y sobre todo las madres, unas verdaderas alcahuetas de sus hijos, tapándoles, y aun a veces facilitándoles lo que nunca debieron. Raro es el chico a quien sus padres no entregan un llavín de su casa, para que con la mayor independencia se retiren a dormir a la hora que tengan conveniente, sin que, aun tratándose de chicos recién entrados en la pubertad, se preocupen tales padres, ni aun de inquirir siquiera la vida nocturna de sus hijos. Muchas son las madres que excitan a sus hijas para que estas a su vez se exciten, y con todo linage (sic) de excitaciones, a sus novios para que las saquen y se las lleven de sus casas y vivan amancebados mientras no se casan. Este pasado verano se dio el caso de que un novio, hombre corrido por haber vivido en Madrid, prohibió a su novia que asistiese al cine (por conocer él seguramente los misterios nada santos que en tales espectáculos tienen lugar, amparados por la impunidad de la oscuridad, que todos sabemos pero que los desventurados padres de aquí quieren afectadamente ignorar cuando se trata de sus hijos); pues bien, el tal padre se dio por ofendido, contestó que su hija iría al cine siempre que ella quisiese, y terminó así aquel noviage (sic), estando con ello muy de enhorabuena el novio. Y es que, como ya he dicho, en este Puerto nadie puede coadyuvar a la educación de la niñez y juventud, pues se tropieza enseguida con la fuertísima oposición y contradicción de estos singulares padres, que desautorizan del modo más escandaloso y triste al que osa inmiscuirse y enmendar la deplorable educación que ellos dan.

¿Es de extrañar que chicos sin freno, educados de tal manera, hagan imposible la vida de árboles en plazas y paseos, y sean feroces maltratadores de animales domésticos e inofensivos? Dos cariñosos y mansísimos gatos míos. Mirrimiz? y su madre Moña, han sido muertos a pedradas por desalmados chiquillos (estando yo ausente del Puerto,, por supuesto, que de haber estado allí no hubieren quedado impunes los feroces muchachos); y la inofensiva perrita de mi administrador Don Juan Antonio Serrano ha perdido un ojo en uno de estos desnaturalizados juegos; en fin, la caza de perros y gatos es un brutal y salvage sport (sic), que por otra parte nadie se ocupa de reprimir ni de castigar, aunque es manifestación evidente de gran incultura de un pueblo. Pero en claro, sin el freno religioso (ya se comprende que serán poquísimos los niños que asistan a la catequesis) y sin (...)

Fotografía 198: Playa de Nares. 1919. Firmado a mano por F. Soroa. Tamaño:6,2? x 10,8 cm.
Fotografía 199: La Junta de las Mares o punta Chapada. Firmado a mano por F. Soroa. Tamaño: 6 x 10,6 cm.
Fotografía 200: La Pava. 1919. Firmado a mano por F. Soroa. Tamaño: 6,3 x 10,8 cm.

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(...) sólidos fundamentos (...) a ricos y pobres solo puede dar la religión y una buena verdadera ¿qué se puede esperar? Estas dos son las causas de todos los defectos de esta gente, y lo que explica todo lo que de otro modo sería inexplicable. Todo es fruto de tal educación, la que, como he dicho, no puede ser modificada por los consejos más desinteresados, ni aun los inspirados por el mayor cariño, pues, si aun tratándose del sincero ofrecimiento de brillante porvenir se puede contar con la ayuda de los padres, qué lejos de hacer que sus hijos, siquiera por su propio interés, se sometan a una disciplina tan ventajosa para ellos, les excitan contra sus bienhechores con fatales consejos que pueden sintetizarse con esta idea: «—¿Y tú, porqué tienes que someterte a nadie, más que a nosotros, que somos tus padres!». ¡Desgraciados padres y desgraciados hijos, que solo comprenderán su desgracia , a ellos solo imputable, cuando ya sea completamente irremediable por haber pasado el oportuno momento histórico, que hay que aprovechar cuando se presenta, que solo suele ser una vez en la vida!

Uno de los más tristes frutos de tal educación, con todas sus secuelas, es la ociosidad de los que, sin oficio ni beneficio, por indolencia propia y como consecuencia de la culpable debilidad de los padres, gustan de hacerla ridícula y estéril vida de señoritos de pueblo, dictado que tan fácilmente se obtiene aquí por ser suficiente para ello, proponérselo, no trabajar. [...] Usar trages (sic) más o menos asiñoritados y frecuentar el café o los círculos de recreo que, sobre todo La Peña, no tienen reparo en ser cómplices de su necia ociosidad, admitiéndolos en sus salas o tertulias. No se busquen en el Puerto jóvenes activos y amantes de los deportes físicos que robustecen el cuerpo y libran al espíritu de ideas pecaminosas; si aun el mar, con sus encantos, atrae a esta estúpida juventud, que tampoco siente simpatías por los ejercicios náuticos. Hasta hace pocos años algunas partidas de football (sic), pero enseguida vino el cansancio. Ni aun para excursiones terrestres y no extraordinariamente largas se puede contar con ellos, que enseguida se cansan y se fatigan, y de ello doy fe, como de casi todo lo que estoy escribiendo, por propia experiencia. Antes todavía resultaba sumamente divertido oír los cantos populares al son de la guitarra, preciosos aires flamencos, barcarolas y habaneras, que tenían aquí tan buenos tocadores y cantadores (sic); ahora ya los jóvenes tampoco gustan de esto en general. Que no se les busque, sino muellemente sentados en los sillones del Casino o de la Peña, si son socios o hijos de socios; o en las carpinterías y comercios, molestando a los operarios y dependientes y aun a los parroquianos con sus insulsas conversaciones, casi siempre de crítica cruel o de cínica deshonestidad, en que ni siquiera des- (...)

Fotografía 201: La Pava. 1919. Firmado a mano por F. Soroa. Tamaño: 5,6 x 10,5 cm.
Fotografía 202: La Pava. 1919. Firmado a mano por F. Soroa. Tamaño: 6,3 x 10,8 cm.
Fotografía 203: Playa de Nares. 1919. Firmado a mano por F. Soroa. Tamaño: 4,8 x 10,7 cm.

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