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Descripción archivística
De Soroa Juan, Agustín Con objetos digitales
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Viajante; hay unos siete ú ochos establecimientos de comestibles, siendo los principales los de José Méndez, Juan Vivanco y Juan Uribe en la calle Nueva, Agustín Jerez en la del Carmen, la viuda del Culón, en la del Progreso, Francisco Méndez en la calle Mayor, el Palmero en la de Santa María, otra en la plaza de la Fuente de abajo y la de Ángel Serrano en la de Cartagena; teniendo este último además en el mismo local una buena carpintería y ferretería y vendiendo otra porción de artículos; como también los vende Alfonso Hernández Zaplana, que tiene en la calle Mayor otra carpintería y ferretería; y hay otros cuatro ó cinco carpinteros más de menor importancia. Las tabernas son abundantísimas, siendo las más importantes la de Juan Belchi en la calle de Cartagena (con honores de merendero) y la de los herederos de María la Viuda en la calle Nueva. El café del Sol ó de Ballesta en la Puerta del Sol es una taberna más en grande, con billar y aparato de bar moderno, donde por cierto se juega á los prohibídos con el cinismo y descoco que hacen de este vicio una de las más funestas plagas sociales del Puerto. En la calle Mayor están los dos únicos estancos. Hay una barbería (de Cristóbal García) en la calle del Escorial; otra en la calle Nueva, y tres en la calle Mayor. En la Puerta del Sol está establecida una confitería. Hay algunos comercios de efectos navales, y varios calafates y carpinteros de ribera, el principal Pedro Yúfera; y varias herrerías, la principal la de Ginés Francés en el muelle; y dos ó tres operadores en la carretera de Mazarrón. Hay cuatro panaderías, siendo las principales la de Antonio Soler en la calle de la Carretera y la de José Carreño en la del Progreso; y dos depósitos de carbón. Para la confección de trages (sic) masculinos y femeninos hay varias modistas y sastreras, entre ellas Ángeles Vera; y dos ó tres zapateros, entre ellos el desventurado poeta Manuel Lobo, que, además admite huéspedes en su casa en la calle de su nombre. Este hospedage, el de Tomás Jorquera en la calle de Mazarrón, y el de Encarnación Tomás en la calle del Carmen (el mejor de todos, pos su buena cocina y limpio trato) son, por no haber actualmente fondas, los únicos con que cuenta el Puerto hoy, más una posada en la calle Mayor, otra en la Nueva y otra en la de Mazarrón. Solo hay ahora un carruage (sic) de alquiler, la tartana de Mónica. Hay varios maestros albañiles, casi todos de la familia Serrano, y la pequeña fábrica de cemento que ya mencioné, de Don Juan Antonio Serrano. Existe además en la calle del Carmen una cooperativa, creada para sus obre-

Fotografía 119: Ruinas de la fábrica vieja. 1919. Firmado a mano por F. Soroa. Tamaño: 6 x 10,6 cm.
Fotografía 120: Ruinas de la fábrica vieja. Firmado a mano por F. Soroa. Tamaño: 6 x 10,5 cm.
Fotografía 121: Entrada principal de la fábrica de la fundición. Firmado a mano por F. Cervantes. Tamaño: 6,1 x 10,8 cm.

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Aunque la gente del Puerto es muy animada y aficionadísima á divertirse, aprovechándose de cuantas ocasiones para ello se le presentan, no vencen su típica apatía é indolencia para organizarlas; limitándose á acudir al teatro Serrano á presenciar al espectáculo cinematográfico que allí se ofrece los Domingos y jueves y á pasear el verano por el paseo de Cánovas del Castillo y la playa. Muy excepcionales son las representaciones teatrales; y más aún las prácticas de deportes, tan en útil boga en todas partes, y que se han limitado á unos pocos partidos de foot-ball hace algunos años; siendo desconcoida la tauromaquia. La juventud gusta maś de entregarse sedentariamente al juego y á la murmuración en círculos, establecimientos (sobre todo carpinterías) y casas particulares que de probar su virilidad en ejercicios físicos de ningún orden, ni siquiera en paseos algo largos; lo que influye notablemente en su depapeuración y en sus hábitos incofesablemente viciosos. En Agosto, los días 15 y 16, que son los más animados, redúcense los festejos á alguna cucaña marítima ó á alguna insignificante regata; pues tampoco el Ayuntamiento subvenciona para festejos. Concurre, sí, la gente por entonces á las numerosas rifas que se establecen; y hasta en sus paseos se limita, como digo, al de Cánovas del Castillo y playa, y rara vez á la Isla, que abandona á los mazarroneros.

En el orden religioso, acude el vecindario á la iglesia cuando hay músicas y cantos, ó á escuchar los sermones por pura novelería; llenádnose la iglesia, únciamente por curiosidad, en la función que el ayudante de Marina organiza el 16 de Julio; con asistencia é invitación de sus subordinados y dependientes y notables de la localidad en honor de la excelsa Patrona de los marinos Nuestra Señora del Carmen, adornándose el templo con atributos navales; y acudiendo á las procesiones de Semana Santa, Corpus, Sagrado Corazón, Virgen del Carmen y Purísima (con bastante irreverencia); como también, y esto con verdadera devoción cuando se lleva el Santísimo Viático á algún enfermo (cosa que por desgracia es cosa rara), formándose una verdadera y devota procesión; siendo asímismo concurridísimos los entierros, sobre todo por la tarde, y los cultos de difuntos de los días 1 y 2 de Noviembre.

Las industrias que dan vida al Puerto, aparte del comercio y oficios de que ya me ocupado son la navegación, la carga y descarga de vapores, la pesca, la fábica de esparto de la Reya, las salinas y la fábrica de fundición.

Fotografía 129: Entrada de carros en la fábrica de la fundición. 1918. Firmado a mano por F. Soroa. Tamaño: 6 x 10,5 cm.
Fotografía 130: Rincón de la Isla. 1921. Firmado a mano por F. Soroa. Tamaño: 6,1 x 11 cm.
Fotografía 131: Puerto Piojo. 1921. Firmado a mano por F. Soroa. Tamaño: 6,3 x 10,8 cm.

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La navegación emplea bastante personal en la tripulación de los diez barcos que hay actualmente en la matrícula del Puerto, que son: los faluchos CISNE, CASIMIRO y MARGARITA, las balandras BUEN AMIGO y LEONOR, los pailebots MINERVA y CANELLES, las goletas LOLA y UNIÓN y el vapor CAROLINA (este último propiedad de la Compañía Metalúrgica), todos los cuales se dedican al cabotage (sic) en las costas merdicionales y occidentales de España, sobre todo con Cartagena, Barcelona y Palma de Mallorca; y sus principales cargamentos son mineral, sal, esparto, yeso y harina.

Los grandes veleros y vapores, forasteros y extrangeros (sic), que vienen con frecuencia al Puerto y á los fondeaderos habilitados de la Caleta en la costa de Levante y de Parazuelos en la de Poniente, emplean también para su carga y descarga á una buena parte de la clase trabajadora en busca del mayor jornal que se lucran en la estiva ó desestiva de los vapores. No existen embarcaciones de alquiler en el Puerto, cosa incomprensible; y son muy pocos los botes que para su recreo poseen particulares.

La pesca emplea bastantes embarcaciones menores, pero tiene poca importancia, á excepción de la pesca de la melva en Junio, verdadero ingreso de riqueza en este Puerto, pues este pescado es la base de la alimentación de la mayoría de sus habitantes. Las mamparras (pesca á la luz del acetileno), sardinales, palangres y demás artes pesqueros empleados aquí, entre ellos la jábega, el más curioso de todos, y el boliche é bon, prohibido por la ley pero tolerado extraoficialmente para dar mayores recursos á los pescadores, apenas bastan para sostener, y no con desahogo á los que en esta costa viven de la pesca, que es poco abundante en este litoral, y además está mal organizada, siendo solo productiva para los rematantes ó acaparadores del pescado, que por lo demás suelen ser compasivos y generosos con el pescador pobre. El Pósito Pescador, obra en este Puerto del entusiasta y celoso, aunque algo romántico ayudante Sr. Fernández Ballesta, tiende á remediar estos males, á formar un fondo metálico para los pescadores y á ser para estos una verdadera sociedad de socorros mutuos; pero la desconfianza con que se suelen ver en el Puerto las novedades, la relativa ignorancia del pescador y su resistencia en este poblado á no admitir consejo ni dirección (efecto de la especial idiosincrasia de estos habitantes) y la influ-

Fotografía 132: Puerto Piojo. 1921 Firmado a mano por F. Soroa. Tamaño: 6 x 10,6 cm.
Fotografía 133: Puerto Piojo. Firmado a mano por F. Soroa. Tamaño: 6 x 10,6 cm.
Fotografía 134: Puerto Piojo, playa de la Isla y salinas. Firmado a mano por F. Soroa. Tamaño: 6,3 x 10,7 cm.

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-sitación y Ángeles) y dos hijos (don Pascual, que estudia Derecho, y Don Ignacio, guardiamarina), todo los cuales habitan la amplia casa en bajo en el recodo de la plaza del Mar junto á la vía férrea; tiene otra hermana, Doña Ángeles, casada con un hijo de Don Pedro García Caparrós, y vive en una bonita casa en el paseo de Cánovas del Castillo. Posee esa familia numerosas casas, solares y almacenes en el Puerto (y el muelle que hay cerca del Pié del faro). Constituye la créme es esta sociedad; y su prudente aislamiento, muy criticado en general, pero que solo merece alabanzas, tiene á esta familia á una prestigiosa altura sobre el resto del vecindario. Me liga á todos ellos una buena, antigua y heredada amistad, y un lejano parentesco con las hermanas Gómez Vivanco por parte de su madre y de mi abuela materna. No han contraído más alianzas matrimoniales que las indicadas, así es que en el Puerto no tienen más familia.

La familia Yúfera, bastante decaída hoy, está emparentada con una buena parte de los vecinos, ricos y pobres, de la población. Hoy la forman los hermanos Bartolomé, Vicente y Francisco Yúfera y García, de los cuales el primero tiene varios hijos; entre ellos Ana, casada con el ilustrado directos de las Escuelas graduadas Don Eduardo Primo; y varios sobrinos, distinguiéndose entre todos estos Don Francisco Yúfera Hernández, Doctor en Derecho, y tal vez la persona más intelectual hoy día del Puerto, el cual comercia con gasolina y harinas, como también en esta última mercancía su primo Bartolomé. Sus parientes, como he dicho, son muy dilatados.

Don Eduardo Sánchez es rico hacendado, viudo de una Yúfera y con un hijo y una hija solteros. Viven en la casa más alta de la población en la calle del Progreso.

Y ahe citado en varias ocasiones á Don Francisco Javier Hernández Izquierdo, inteligente y probo comerciante é industrial, con varias hijas, queha adquirido con su propio esfuerzo una buena fortuna. En cambio su hermano mayor Juan es muy desgraciado en sus empresas, conservando una buena casa en la calle de la soledad, y un comercio de alquitrán y efectos navales (que también venden en sus respectivos establecimientos Alfonso Hernández Zaplana y...

Fotografía 148: Playa de la Isla. Firmado a mano por F. Soroa. Tamaño: 5,5x 10,8 cm.
Fotografía 149: Una barraca en la playa de la Isla. 1917. Firmado a mano por F. Díaz. Tamaño: 6,2 x 10,7 cm.
Fotografía 150: Escena en la playa de la Isla. 1921. Firmado a mano por F. Soroa. Tamaño: 5,6 x 10,8 cm.
Fotografía 151: Monte de la Arena. 1919. Firmado a mano por F. Soroa. Tamaño: 6,2 x 10,7 cm.

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(...) vecinos apenas frecuentan la iglesia, y casi no la pisan, como no sea para bodas y bautizos (y con bastante irreverencia), o atraídos por la curiosidad tan solo cuando hay funciones aparatosas. Pues bien, no bastante eso, que parece lógico que se tradujese en completa indiferencia, son tan numerosos los encargos de Misas (y no solo por difuntos y rezadas, sino votivos y cantadas) que el cura párroco no puede por sí solo hacer frente a tanto encargo, y lo mismo me sucede a mí desde que soy sacerdote. Lo mismo sucede con los entierros, que, como se trate de pobres de solemnidad, siempre, aun siendo de párvulos, se celebran con cruz alzada y asistencia del clero, según la posición metálica de cada familia. Así se explica que, contra lo que pudiera esperarse, sea esta parroquia origen de buenos ingresos económicos para el cura. Y ya he dicho antes que en la administración del Santo Viático asiste muchísima gente, hombres y mujeres, casi todos de clase humilde, doy fe de que en este solemne acto (y solo en este) se nota piadosa y sincera devoción que hace notable contraste con la usual irreverencia con la que se suele asistir al templo y a varias procesiones. La otra particularidad consiste en que, así como en todas partes la mujer suele ser más piadosa que el hombre, aquí ocurre todo lo contrario. Fuera de un corto número de mujeres del Puerto no son nada piadosas, aunque observan algunas prácticas, más bien supersticiosas como sucede con las invocaciones que, lo mismo ellas que ellos, suelen hacer a la Purísima Concepción, sin saber siquiera lo que significa este concepto. Es más, las mujeres contribuyen de especial modo a que los hombres se alejen de las prácticas religiosas, pues no solo no se ocupan de que sus hijos asistan a Misa y confiesen, sino que se burlan y mofan de los hombres cuando ven en ellos algún signo de incipiente piedad, que ya tratan ellas diabólicamente de borrar. Sienten tal horror y tal desprecio a la denominación de beatas, para ellas sinónimo de piadosas, que lo consideran como sangriento ultraje, y yo mismo oí, no hace muchos años, a una mujer que, en disputa con otra, fue molejada (sic) por esta de beata, contestar así indignada:«—Mira, llámame puta, pero no me llames beata». Sienten un satánico, aunque inconsciente odio a la confesión, y se lo inculcan así las madres a sus hijas, creyendo que es una vergonzosa humillación contar sus flaqueza a quien solo consideran como un hombre cualquiera y no creen en la constante inviolación (sic) del sigilo (...)

Fotografía 173: La Cueva del Agua. 1922. Firmado a mano por F. Paredes. Tachada con la misma pluma la firma de F. Soroa. Tamaño: 6,4 x 10,8 cm.
Fotografía 174: Encañizadas del Canal de las Salinas. 1921. Firmado a mano por F. Soroa. Tamaño: 6 x 10,6 cm.
Fotografía 175: La Cueva del Agua. 1917. Firmado a mano por F. Díaz. Tamaño: 6,3 x 10,7 cm.

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Si están en posición algo desahogada, pocos son los hijos que se dedican a estudios (así que es escasísimo el número de estudiantes en el Puerto), sino que, o se dedican a la viciosa ociosidad típica de este pueblo, o buscan empleos y colocaciones modestas, sin más aspiraciones; pues si hay jóvenes que las tienen, suelen ser totalmente ineficaces, por aceptar, sí, el fin, pero no el trabajo de cualquier clase que siempre suponen los medios necesarios para conseguir ese fin; quieren llegar a la cima de una montaña sin pasar la fatiga que produce subir la pendiente cuesta, así que se quedan en la falda del monte. Y la mayoría de los padres no animan a sus hijos a poner los medios, sino todo lo contrario. Un porvenir como nunca pudiera haberlo soñado se le ofrecía a un joven del Puerto, a quien un señor brindaba desinteresado cariño, sin pedirle otra recompensa que correspondencia en ese cariño, ni siquiera por propio y prudente interés; pues bien, los padres (sobre todo la madre) de dicho chico, hicieron estériles los esfuerzos de dicho señor, que a cambio de grandes beneficios pecuniarios y de todos los órdenes, solo recibía como pago ingratitud, falsedades y tontos engaños (a sabiendas de que la condición que ponía para conseguir aquello que nunca se hubiera atrevido a aspirar era ser sincero y no engañarle nunca en cosas que por ser además del dominio público, no podían ser ignoradas), llegándose hasta tratar de negar y ocultar, lo mismo el padre que la madre y el hijo, hasta la procedencia de los regalos y beneficios del bienhechor; ayudando esta madre tan mal aconsejada a su hijo en unos dañinos engaños; llegando a despojar a dicho señor de la razón de que estaba saturado, desautorizándole delante del chico, y hasta negándose a aceptar excelente y productiva colocación ante las 2 pesetas 50 céntimos que gana de jornal ahora como aprendiz un chico de 19 años, que se ha negado también a seguir la carrera que le empezó a costear el bienhechor, que tanto le quiere, negándose también aun simplemente a agradarle, hacerle compañía en su soledad, hacerse el necesario, en fin, mostrándose en cambio hosco, frío y seco, y aconsejado en esto por su madre. ¡A qué comentarios tan tristes se presta este también triste y conocido caso!

Fotografía 188: Punta de la Reya. 1917. Firmado a mano por F. Díaz. Tamaño: 5,6 x 16,1 cm.
Fotografía 189: Punta de la Reya. 1922. Firmado a mano por F. Ríos. Tamaño: 7,2 x 5,5 cm.
Fotografía 190: Playa de la Reya. 1922. Firmado a mano por F. Soroa. Tamaño: 10,6 x 6 cm.
Fotografía 191: Vista de la costa desdela punta de la (...). Firmado a mano por F. Díaz. Tamaño: 10,4 x 6,2 cm.

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(...) e iniquidad realizados entre chicos publicarían! Escenas bien repugnantes tienen lugar en la arena de playa las noches de verano entre los muchachos, unos con otros. Su vida, en estas condiciones de moralidad y están siempre juntos, es muy ocasionada á esta clase de vicios. Este último verano tuve yo que protestar ante un baile que, por broma, tuvieron dos de estos chicos en mi propia casa al son de mi gramófono, pues sus movimientos y roces traspasaban con mucho los límites de las libertades decentes que se pueden tolerar entre hombres. Mi amigo Don Ernesto Martín Ayllón vió escandalizado también las caricias que uno de estos jóvenes hacía en plena sacristía, coram pópulo, de un desgraciado é inofensivo imbecil (pues hay que advertir, aunque sea de paso, que los varios tontos é idiotas que hay en el Puerto son aprovechados sin conciencia para actos homosexuales: heterosexuales por los hombres y mujeres libidinosos, y cuando días después, en agria disputa con el joven acariciador se lo reprochó mi amigo, no negó sino que se limitó a decir «que no tenía nada de particular aquello y que lo mismo hacía con el mismo otra persona de edad provecta». Y también este es el caso de advertir incidentalmente, y como manifestación del carácter contagioso de este letal medio ambiente, aun en personas de indiscutible y acrisolada moralidad, que cuando al enterarme yo de estos tocamientos impúdicos, me creí en el deber de advertírselo con la consiguiente indignación al encargado del infeliz, el cual, persona moralísima de verdad, me contestó: «que eso es cosa tan corriente allí que no tenía importancia». Todo esto constituye tal vez solamente prueba indiciaria; pero se sabe positiva é indubitablemente que la masturbación es común y recíproca, la sodomia perfecta y el concúbito per cruza? son muy corriente en el Puerto y desde muy temprana edad; estando además muy desarrollada la pederastia, pues se abusa deshonestamente mayores de los niños sin escrúpulo, y de ello se conocen muchos casos en el gimnasio y en el cuartelillo de exploradores cuando existían; y se saben las abominaciones que en estos sitios, en la playa y en tantos otros cometían y cometen los chicos mayores con los pequeños. La irruminación ó concúbito per os parece ser que no se practica entre estos viciosos. Una persona respetable que vive en este Puerto me aseguraba este mismo último verano ser cosa facilísima pecar homosexualmente con casi todos los jóvenes del Puerto, mediante halagos ó pequeñas o modestas remuneraciones. Tal vez exagerase algo este señor; pero es cosa indudable, y que está perfectamente probada que hay muchísimos jóvenes [...]

Fotografía 220: Cementerio. Firmado a mano por F. Soroa. Tamaño: 6,2 x 10,7 cm.
Fotografía 221: Cementerio. 1922. Firmado a mano por F. Soroa. Tamaño: 6,2 x 10,8 cm.
Fotografía 222: Camino del cementerio. 1922. Firmado a mano por F. Soroa. Tamaño: 6 x 10,5 cm.

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las mejillas de la mayor parte de ellas por nada que oigan ni vean. Pocas noches antes de escribir estas líneas se representó una película poco delante y de subidísimo color en el cine; y no solamente no se salió del recinto ninguna muchacha, (á pesar de que me aseguraron que la tal película, que he calificado con exceso de benevolencia como poco decente era capaz de ruborizar á un cabo de gastadores), sino que se percibían claramente las risas y cuchicheos aprobatorios de las indicadas chicas. Son buenas muestras estos casos, que se podían aumentar hasta un número casi infinito; y claro es que esta falta de decoro y de pudor no puede agradar honradamente á los hombres. No es raro en ellas, sino al contrario, bastante frecuente, el tribadismo y demás actos homosexuales femeninos de modo hasta significativo. Se conocen casos; se citan hasta nombres de parejas lésbicas: se ha visto entre ellas en pleno baño algunas escenas inconvenientes; y también las barracas de baños, como decía al hablar de los hombres, podrían contar si tuviesen el don de la palabra, mil escenas dignas de la isla de Lesbos. Y termino esta desagradable materia con la narración de dos hechos, no menos auténticos que los demás que relato, Tuve yo, en mi casa, hace dos años, que llaman disimulada, pero enérgicamente atención á dos mujeres que, en la chiase longue de mi gabinete y mientras oían el gramófono, se acariciaban en forma nada correcta; por cierto, una de ellas estaba casada. Y el año pasado fue despedida cierta criada de la casa en que servía, por no disimular y denunciar á sus amos las acciones deshonestas que su hija estaba realizando con una amiguita en una habitación de la casa. Y termino tan desagradable materia, insistiendo una vez más que al hablar de tan feos asuntos, hablo en general, y sin tratar de molestar ni descubrir á nadie: hablo sin particularizar; y me complazco en creer y afirmar que, lo mismo en hombres que en mujeres, hay en el Puerto, como en todas partes personas honradísimas y verdaderamente virtuosas, con las que nadie se puede considerar aludido por mí en cuanto digo.

Respecto al vicio de la embriaguez, hay sí, numerosas personas que se emborrachan en el Puerto, donde no escasean por cierto las tabernas; pero hay que hacer la justicia que no se dan, salvo rarísimas excepciones, escándalos en vía pública por los devotos de Baco naturales del Puerto; y aunque se conocen los nombres de muchos de estos devotos, (...)

Fotografía 232:Vista desde la carretera de Mazarrón. 1922. Firmado a mano por F. Soroa. Tamaño: 5,8 x 10,7 cm.
Fotografía 233: Huerto de D. Juan Hernández Izquierdo. 1922.. Firmado a mano por F. Soroa. Tamaño: 6,3 x 10,5 cm.
Fotografía 234: Juego de bolos en el barrio de la Molineta o Repistón. 1918. Firmado a mano por F. Soroa. Tamaño: 6 x 10,2 cm.

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una luz con objeto de asustar á los escasos transeúntes nocturnos. Hay en esto una buena dosis de fantasía, y yo por mi parte nunca he logrado ver á ninguno de estos fantasmas, pero algo de realidad hay; y se explica por los frecuentes alijos de contrabando, ó para encubrir algún lío deshonesto, como sucedió con un figurón vestido de oro que se vió (sic), según dicen, hace algunos años. Lo sorprendente es que los tales fantasmones siempre parece que se ven por el mismo sitio (alrededores del callejón por donde va la vía férrea desde la estación al muelle). Pero sea lo que sea, prueba todo esto la escasa vigilancia de las autoridades, y lo mismo hay que decir á propósito de los atracadores de que por la misma época comienza á hablarme también casi todos los años, como este último otoño ha sucedido y que indican mayor deseo de asustar (y seguramente, como decía antes, con fines de contrabando) que de perjudicar á transeúntes. Pero los guardias municipales y los serenos son, según parece, los únicos que ignoran estos rumores, y no se ocupan de semejantes menudencias, sino de dormir ó de guardar las puertas de las casas de sus protectores; solo los carabineros suelen vigilar ó hacer que vigilan. También debían intervenir las autoridades en la escandalosa carestía de los artículos y en la descarada explotación con que los vendedores y comerciantes se enriquecen. Baste decir como muestra, que el verano pasado se vendían en los kioscos las botellas chicas de cerveza del Águila á 80 céntimos cada una; y los helados también tenían precios desproporcionalmente caros.

Es notable la frugalidad en la comida de la mayor parte de estos vecinos. La melva salada, acompañada de pan y tomate, es la base principal de alimentación de la gente trabajadora (y aun de gente más acomodada) y están fuertes y sanos, y mas teniendo en cuenta que se trasnocha y se madruga mucho, pues solo en verano se duerme la siesta, muchas veces en plena calle. Es gente muy robusta, sana y bien formada y que suele alcanzar edades avanzadas. Lástima grande que el vicio precoz vaya (...) t degenerando en la actual juventud á una raza tan fuerte, y vaya aportando un contingente, cada día mayor por desgracia á la tuberculosis. El tipo de los jóvenes de hoy en el Puerto bien claro lo está indicando.

Se tiene en el Puerto verdadera veneración por los varios extrangeros (sic) que vienen destinados á la fábrica de fundición de la Compañía Metalúrgica; veneración injustificadísima y que es solo mera prueba de la ignorancia ambiente de la realidad de la villa. Los tales extranjeros son considerados en el Puerto como personages (sic), sin hacerse cargo de que personas que abandonan su patria para vivir un buen número de años en un pueblo como este, expatria (...)

Fotografía 253: Huerto de Aniceto. 1922. Firmado a mano por F. Soroa. Tamaño: 6,2 x 10,6 cm.
Fotografía 254: El Rigüete y huerto de Aniceto. Firmado a mano por F. Soroa. Tamaño: 5,9 x 10,4 cm.
Fotografía 255: El Alamillo y huerto desde el Rigüete. Firmado a mano por F. Soroa. Tamaño: 6 x 10,2 cm.

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y porque ocupaba cómodo sillón en la puerta algunas tardes en unión de un chico del Puerto, que es muy querido de dicho aristócrata (lo que despierta la envidia y las consiguientes crueles críticas por parte de sus nada caritativos paisanos). ¿Cómo es, pues, posible que las personas de elevado plano social y de refinada educación no tenga que huir de tales sociedades, asqueados también al percatarse, y enseguida se percatan de ello, de que son semillero de chismes, detracciones y aun calumnias?

Pero esto merece capítulo aparte, ¡¡Los chismes!! que han motivado que un juicioso é ilustre chico, de aristocrática estirpe, que el pasado verano me acompañó mes y medio en el Puerto, le designase ingeniosa y propiamente con el nombre de Chismópolis y de chismopolitanos á sus habitantes. ¿Y porqué no estampar aquí su nombre? Don Ernesto Martín de Murga y Ayllón, que tuvo que abandonar indignado los sillones de la Peña, que algunas tardes ocupaba en unión del que esto escribe y de Paco Cervantes, ante las rechiflas de jóvenes groseros, excitados, según parece, por personas que por más consciente y que cobardemente se valían de jovenzuelos, insolentes, sí, pero incautos é inexpertos; dando origen á una cuestión personal con el más artero de estos muchachos, no llegándose á vías de hecho por la cobardía del molesto joven, que quedó perfectamente retratado es sus inolvidables y estupendas frases durante la discusión, que produjo gran escándalo y revuela.

Es bien sabido que en todos los pueblos que hay gran tendencia á ocuparse de la vida y milagros de cada uno, por efecto de un pequeño medio social; pero con las características tan especiales del Puerto, los que ya le conocemos bien, no tenemos noticia de que se cultive el chisme y la murmuración en ninguna parte. Porque, en primer término, las faltas contra el octavo mandamiento del decálogo suelen ser patrimonio especial del sexo femenino en general; pero en esta población, aunque las lenguas de las mujeres son también (siempre hablando con la generalidad correspondiente) diabólicas y viperinas, los hombres también cultivan el chisme y la crítica con un refinado ensañamiento digno de la más implacable bruja y por eso los sitios donde se resumen son semilleros de las más mordaces habladurías, y se convierten así los círculos en sucursales de plazuelas. Todo se comenta, se lleva la cuenta de las pasos y direcciones que cada uno toma al salir á la calle; por qué razón se dirige uno á la izquierda y no á la derecha; nada hay respetable ni sagrado, ni nadie se libra de un asquerosas babas. (...)

Fotografía 265: Rocas de la Playa Negra ó del Griego. 1922. Firmado a mano por F. Soroa. Tamaño: 5,9 x 10,6 cm.
Fotografía 266: Playa Negra ó del Griego. 1922. Firmado a mano por F. Soroa. Tamaño: 6,3 x 10,7 cm.
Fotografía 267: Playa Negra ó del Griego. 1922. Firmado a mano por F. Soroa. Tamaño: 6 x 10,6 cm.

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