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Descripción archivística
F. Díaz Con objetos digitales
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(...) vecinos apenas frecuentan la iglesia, y casi no la pisan, como no sea para bodas y bautizos (y con bastante irreverencia), o atraídos por la curiosidad tan solo cuando hay funciones aparatosas. Pues bien, no bastante eso, que parece lógico que se tradujese en completa indiferencia, son tan numerosos los encargos de Misas (y no solo por difuntos y rezadas, sino votivos y cantadas) que el cura párroco no puede por sí solo hacer frente a tanto encargo, y lo mismo me sucede a mí desde que soy sacerdote. Lo mismo sucede con los entierros, que, como se trate de pobres de solemnidad, siempre, aun siendo de párvulos, se celebran con cruz alzada y asistencia del clero, según la posición metálica de cada familia. Así se explica que, contra lo que pudiera esperarse, sea esta parroquia origen de buenos ingresos económicos para el cura. Y ya he dicho antes que en la administración del Santo Viático asiste muchísima gente, hombres y mujeres, casi todos de clase humilde, doy fe de que en este solemne acto (y solo en este) se nota piadosa y sincera devoción que hace notable contraste con la usual irreverencia con la que se suele asistir al templo y a varias procesiones. La otra particularidad consiste en que, así como en todas partes la mujer suele ser más piadosa que el hombre, aquí ocurre todo lo contrario. Fuera de un corto número de mujeres del Puerto no son nada piadosas, aunque observan algunas prácticas, más bien supersticiosas como sucede con las invocaciones que, lo mismo ellas que ellos, suelen hacer a la Purísima Concepción, sin saber siquiera lo que significa este concepto. Es más, las mujeres contribuyen de especial modo a que los hombres se alejen de las prácticas religiosas, pues no solo no se ocupan de que sus hijos asistan a Misa y confiesen, sino que se burlan y mofan de los hombres cuando ven en ellos algún signo de incipiente piedad, que ya tratan ellas diabólicamente de borrar. Sienten tal horror y tal desprecio a la denominación de beatas, para ellas sinónimo de piadosas, que lo consideran como sangriento ultraje, y yo mismo oí, no hace muchos años, a una mujer que, en disputa con otra, fue molejada (sic) por esta de beata, contestar así indignada:«—Mira, llámame puta, pero no me llames beata». Sienten un satánico, aunque inconsciente odio a la confesión, y se lo inculcan así las madres a sus hijas, creyendo que es una vergonzosa humillación contar sus flaqueza a quien solo consideran como un hombre cualquiera y no creen en la constante inviolación (sic) del sigilo (...)

Fotografía 173: La Cueva del Agua. 1922. Firmado a mano por F. Paredes. Tachada con la misma pluma la firma de F. Soroa. Tamaño: 6,4 x 10,8 cm.
Fotografía 174: Encañizadas del Canal de las Salinas. 1921. Firmado a mano por F. Soroa. Tamaño: 6 x 10,6 cm.
Fotografía 175: La Cueva del Agua. 1917. Firmado a mano por F. Díaz. Tamaño: 6,3 x 10,7 cm.

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Si están en posición algo desahogada, pocos son los hijos que se dedican a estudios (así que es escasísimo el número de estudiantes en el Puerto), sino que, o se dedican a la viciosa ociosidad típica de este pueblo, o buscan empleos y colocaciones modestas, sin más aspiraciones; pues si hay jóvenes que las tienen, suelen ser totalmente ineficaces, por aceptar, sí, el fin, pero no el trabajo de cualquier clase que siempre suponen los medios necesarios para conseguir ese fin; quieren llegar a la cima de una montaña sin pasar la fatiga que produce subir la pendiente cuesta, así que se quedan en la falda del monte. Y la mayoría de los padres no animan a sus hijos a poner los medios, sino todo lo contrario. Un porvenir como nunca pudiera haberlo soñado se le ofrecía a un joven del Puerto, a quien un señor brindaba desinteresado cariño, sin pedirle otra recompensa que correspondencia en ese cariño, ni siquiera por propio y prudente interés; pues bien, los padres (sobre todo la madre) de dicho chico, hicieron estériles los esfuerzos de dicho señor, que a cambio de grandes beneficios pecuniarios y de todos los órdenes, solo recibía como pago ingratitud, falsedades y tontos engaños (a sabiendas de que la condición que ponía para conseguir aquello que nunca se hubiera atrevido a aspirar era ser sincero y no engañarle nunca en cosas que por ser además del dominio público, no podían ser ignoradas), llegándose hasta tratar de negar y ocultar, lo mismo el padre que la madre y el hijo, hasta la procedencia de los regalos y beneficios del bienhechor; ayudando esta madre tan mal aconsejada a su hijo en unos dañinos engaños; llegando a despojar a dicho señor de la razón de que estaba saturado, desautorizándole delante del chico, y hasta negándose a aceptar excelente y productiva colocación ante las 2 pesetas 50 céntimos que gana de jornal ahora como aprendiz un chico de 19 años, que se ha negado también a seguir la carrera que le empezó a costear el bienhechor, que tanto le quiere, negándose también aun simplemente a agradarle, hacerle compañía en su soledad, hacerse el necesario, en fin, mostrándose en cambio hosco, frío y seco, y aconsejado en esto por su madre. ¡A qué comentarios tan tristes se presta este también triste y conocido caso!

Fotografía 188: Punta de la Reya. 1917. Firmado a mano por F. Díaz. Tamaño: 5,6 x 16,1 cm.
Fotografía 189: Punta de la Reya. 1922. Firmado a mano por F. Ríos. Tamaño: 7,2 x 5,5 cm.
Fotografía 190: Playa de la Reya. 1922. Firmado a mano por F. Soroa. Tamaño: 10,6 x 6 cm.
Fotografía 191: Vista de la costa desdela punta de la (...). Firmado a mano por F. Díaz. Tamaño: 10,4 x 6,2 cm.

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reserva, que ellos en su inexperiencia de mundo y ridículas pretensiones, creen ser propia de una diplomacia digna de un Gonsalvi? ó de un Metternich, se extrema cuando se trata de informaciones por carta. ¡Qué colección epistolar podía yo presentar en estos dos últimos años en apoyo de mi acierto?! Con tristeza le digo; no puedo contar para ningún asunto de confianza ni reservado con nadie del Puerto (ó con poquísimas personas). Ni nadie espere (y siempre hablando en general, como no me canso de repetir) que hasta hallar sinceridad ni franqueza en esta gente, que desgraciadamente solo ofrece doblez y falsedad, sino solo censuras y criticar más ó menos solapadas, pero siempre crueles. No haya cuidado que, en general, se encuentra ayuda allí para nada noble y digno, sea en el orden privado, sea en el público.

Muchísimo podría hablarse y escribirse sobre las cartas de vecinos del Puerto cuando contestan á asuntos de interés. En general, aunque se indique que se tiene prisa en recibir pronta contestación, como si la manifestación de tal deseo fuese contraproducente, se tarda mucho más que de ordinario en contestar; y aun se dan casos, como se comprueba por la fecha la carta y la del matasellos, en que se descuiden en echarla al correo, á veces cuatro y cinco días. En que, como ya he dicho, parece que se trata de cotizar y vender caro las noticias interesantes.

Es este un detalle curioso y desagradablemente típico (y por repetida experiencia hablo), pues no ocurre con una ni con dos personas, sino con casi todas en general, cuanto con más prisa se pide la contestación, más se tarda en contestar. Otras veces se abstienen de contestar á aquello que se desea; y hasta conservo en mi archivo una carta donde se me dice esto: "Le contesto precisamente hoy que, como V. sabe, tengo obligación muchísimo que hacer, lo que quiere decir que lo hago porque naturalmente no seré muy extenso". Sin comentarios. Obtener por carta una noticia del Puerto que interese, es dificilísimo problema; cuesta gran trabajo y varios sellos y cartas saber algo, nunca todo, de lo que se desea; y ya he dicho que no es raro que ni siquiera se conteste á lo preguntado. Otro nuevo caso que así lo prueba, y más aun la paradójica y maligna reserva de estas personas, es el siguiente: Al pedir un informe sobre cierto individuo con gran interés, y no obstante tratarse de una persona que inspira á la casi totalidad de sus paisanos profunda antipatía por varias razones y múltiples causas, una de ellas la envidia, la persona á quien escribía pidiéndole tal informe, se creyó en el caso de...

Fotografía 286: La bahía desde el muelle. 1917. Firmado a mano por F. Soroa. Tamaño: 6,2 x 10,6 cm.
Fotografía 287: La bahía desde el muelle. Firmado a mano por F. Díaz. Tamaño: 6,3 x 10,7 cm.
Fotografía 288: La bahía y el muelle de abajo. Firmado a mano por F. Díaz. Tamaño: 5,5 x 10,9 cm.

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actividad y brío tenía derecho á ser, y sabiendo que solo materia explotable para los arbitrios de un Municipio que para nada se preocupa de él. Esta funesta indiferencia explica que no esté unido este pueblo por vía de ferrocarril á las estaciones próximas, cuando esto era para su vida asunto de capital interés. Por esto tampoco se ha construido un puerto en su hermosísima bahía, cuando tan fácil, barato y sencillo era construir una escollera en la punta del Faro, y si acaso otra en la del Rihuete; y aunque la Junta de Obras del puerto de Cartagena hizo gestiones en este sentido el año 1906, se despreciaron y dificultaron en el Puerto tan beneficiosas gestiones por miserables piques de la política de campanario; y una cuestión tan vital e importantísima quedó anulada, tal vez para siempre. Esta apatía es la causa de que, siendo esta costa de condiciones naturales excepcionalmente hermosas y atractivas, lo mismo para invierno que para verano, no se haga nada para atraer al forastero, si no que más bien se le repele con la carestía de la vida, su mala policía urbana, las dificultades de las vías de comunicación, y la privación de todo aquello que le sirviese de comodidad, agrado y distracción, pues ni siquiera hay botes de alquiler, cuyos dueños seguramente ganarían bastante dinero en las temporadas de verano; como también creo haber indicado que el único carruaje de alquiler que existe hoy en el Puerto es una malísima tartana. Pena grande causa, en los que queremos tan de veras como yo á este pueblo, ver los grandes beneficios de que se priva por la apatía inconcebible de sus habitantes.

Por eso el Puerto vive una vida puramente vegetativa, sin estímulos ni alicientes de ningún género, vida con la que sus naturales viven contentos y á gusto, á pesar de que no dejan de reconocer cuanto digo. Y por eso su juventud vive sin ilusiones, sin aspiraciones y sin mirar el porvenir. Les basta a estos niños-viejos un presente que consista en comer (mejor o peor) asistir á las funciones cinematográficas los jueves y domingos, y vegetar en la Peña ó tertulias similares. ¿Que con actividad, trabajo y prudencia podrían aspirar á todo y que con esos dotes el mundo se les ofrece á su disposición? ¿Qué importa? se contentan ellos con su aburrida y estéril vida de ociosos pueblerinos, y renuncian á los más seductores y atractivos fines, por no...

Fotografía 325: La playa. Firmado a mano por F. Soroa. Tamaño: 6,1 x 10,7 cm.
Fotografía 326: En la playa. 1917. Firmado a mano por F. Díaz. Tamaño: 6 x 10,7 cm.
Fotografía 327: En el baño. 1917.Firmado a mano por F. Guerrero. Tamaño: 6 x 5,6 cm.
Fotografía 328: En el baño. 1917.Firmado a mano por F. Díaz. Tamaño: 6,1 x 10,7 cm.

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jóven (sic) patentizaban con tal afirmación su estolidez, porque la cosa es evidente ¿dónde tendría más medios de curarse (y más un estudiante de Medicina) en "madrid" ó en el Puerto. Pues la lógica de esta calumniosa afirmación es la que suele presidir siempre en los raciocinios y juicios de las tertulias y reuniones de este pueblo: y con fundamentos análogos y se turifica ó se deprime á una persona.

Y uniendo esta versatilidad é inconsistencia con la apatía que ya he considerado de antes, resulta perfectamente explicado el porqué es inútil buscar en estos vecinos iniciativas para nada útil ni provechoso; en general son todos como el perro del hortelano, pues si bien no saben, ni son capaces de edificar nada, son verdaderos maestros en el triste arte de destruir lo edificado. Todo lo que allí se ha creado ha sido por impulsos de elementos extraños al Puerto, ó por lo menos separados por la distancia y el cambio de vida de la influencia nefasta de este fatal medio ambiente, pero, eso sí, la nada envidiable gloria de derribar y destruir lo que se edificó, tal vez á costa de no pocos sudores y esfuerzos, corresponde siempre á naturales ó vecinos (contagiados por la letal idiosincrasia local) de la población, que para las iniciativas saludables dormitan en los sillones de sus vínculos, pero para hundir con su lengua instituciones sociales y honras personales, se despiertan y forman demasiado a (...) tertulias, admitiéndose en ellas como dogmáticos artículos de fé las especies más inverosímiles y disparatadas (como lo que, como último botón de muestra) he citado pocas líneas más arriba), con tal de que sean perjudiciales a la fama de una persona, ó destructoras de alguna otra. En el Puerto regla demasiado general, tener como criterio los juicios del famoso boticario del cuento: Que se narra alguna acción laudable, se dice: «—Permítame V. que lo dude», que se cuenta algo malo, y cuando más aparatoso y deshonroso sea, mejor, entonces se dice: «—Como si lo viese».

¡Tristes efectos todo ello de la falta de arraigados princi-

Fotografía 364: Paseo de Cánovas del Castillo. 1918. Firmado a mano por F. Soroa. Tamaño: 5,9 x 10,8 cm.
Fotografía 365: Paseo de Cánovas del Castillo. 1922. Firmado a mano por F. Soroa. Tamaño: 6,1 x 9,4 cm.
Fotografía 366: Paseo de Cánovas del Castillo. 1917. Firmado a mano por F. Díaz. Tamaño: 6,1 x 10,8 cm.
Fotografía 367: Callejón innominado. Firmado a mano por F. Soroa. Tamaño: 6,2 x 10,5 cm.

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regresamos (por Totana) á Murcia mamá, Julia y yo, después de estar unos días en Mazarrón. También comieron con nosotros muchos días mis tías Bernarda y Sissy.

x 7. Año 1888. x

Salimos el 2 de marzo de Murcia para Mazarrón, mamá, Julia y yo con mi tío Agustín y su familia en coche directo, por Totana por supuesto, y por la noche, pues mi abuela estaba gravísima por la fractura de una pierna, teniendo un viage (sic) muy accidentado y con dos atranques, de que tuvo el coche que salir arrastrado por bueyes, por el barro y no estar aun terminada la carretera. El día 13 de Marzo murió mi abuela á los 81 años. Entonces conocí á María Ureña (hija de Leonora, la criada de mis tías Bernarda y Sissy). El 1 de Abril salimos, también por Totana, mamá, la tía Adela (que vivía con nosotros) y la criada Julia, para Murcia. En este mes no hemos estado en el Puerto.

En Julio nos volvimos á Mazarrón mamá, tía Adela y yo, por Totana, con la criada nuestra Lucía, y a los pocos días fuimos al Puerto los mismos, más las criadas que tomó en Mazarrón la tía Adela (las hermanas Paca y Concha). Los tías Bernarda y Sissy pasaron una temporada con nosotros. También fué algunos días mi tío Agustín, pero no con su familia, así es que hubo tranquilidad. Hice poco más o menos la misma vida de los años anteriores, jugando con los mismos chicos, y con Manuel Durán, que veraneó en el Puerto con sus padres, y con Fernando Sánchez, de Alhama. El personal del Puerto era el mismo de los años anteriores. Recuerdo haber estado en los ban-

Fotografía 384: Calle Mayor. 1918. Firmado a mano por F. Soroa. Tamaño: 6,2 x 10,7 cm.
Fotografía 385: Calle del Progreso. 1918. Firmado a mano por F. Soroa. Tamaño: 5,9 x 10,5 cm.
Fotografía 386: Calle del Progreso. 1917. Firmado a mano por F. Díaz. Tamaño: 4 x 10,7 cm.
Fotografía 387: Calle del Progreso. Firmado a mano por F. Soroa. Tamaño: 5,5 x 10,5 cm.
Fotografía 388: Patio de la casa de Andrés Cervantes. 1921. Firmado a mano por F. Soroa. Tamaño: 6 x 9,3 cm.

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y á quien hago mi predilecto compañero de paseos y aventuras. Tengo cerca de 18 años y me atraco de cosas no siempre buenas. Este año, y los dos anteriores, me divierto mucho con la tía Sissy y los criados, tocando el aristón que compró hace tres años mi tía Adela para mi diversión. El 13 de Julio me embarqué en un bote de la balandra BUEN AMIGO con el grumete Juan Antonio García y el criado Ángel, que entiende mucho de cosas de mar, y dimos un gran paseo por la bahía; y el 22 dimos los mismos tres otro paseo por la bahía viendo secar el pescado, viniendo también con nosotros mamá, tía Adela y tía sissy; sorprendiendo á todos esta última con 89 años y más de 40 que hacía que no se embarcaba, no se marease. Ha sido una de las temporadas que he pasado mejor, contribuyendo muchísimo á ello la estancia de Ángel, que es un buenísimo muchacho; lástima grande que por hacerse novio de la criada María Ureña, con beneplácito de todos, no pueda volver á casa otro año. Me he dado con el bastantes baños. Hay un nuevo párroco, Don Francisco García Roldán, agradabilísimo y con el cual contraigo amistad. El 4 de Septiembre, después de ayudar a Misa por vez primera en mi vida, salimos por la tarde en coche directo por Totana para Murcia mamá, tía Adela, tía Sissy y yo, con los criados Concha, María Ureña y Ángel. La temporada que, como he dicho, es de las mejores que pasado en mi vida, ha sido de 2 meses.

x Año 1896. 15. x

El día 7 de Julio y en coche directo por Totana llegamos al Puerto mamá, tía Adela, tía Sissy y yo, con las criadas Con-

Fotografía 427: Patio y mirandola de la casa del autor. 1917. Firmado a mano por F. Díaz. Tamaño: 10,8 x 6,1 cm.
Fotografía 428: Escalera del terrado de la casa del autor. 1917. Firmado a mano por F. Díaz. Tamaño: 11 x 6,3 cm.
Fotografía 429: Salón de la casa del autor. Firmado a mano por F. Díaz. Tamaño: 6 x 10,5 cm.
Fotografía 430: Salón de la casa del autor. 1917. Firmado a mano por F. Díaz. Tamaño: 10,8 x 6,3 cm.
Fotografía 431: Salón y despacho de la casa del autor. 1917. Firmado a mano por F. Cervantes. Tamaño: 6,1 x 10,1 cm.

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(...) consuegro de Pedro García y Don Pedro Roth, y padre del farmacéutico de igual nombre, con el cual en su lindísima casa con altos con altos del Paseo de Cánovas del Castillo. Tiene convocados como obreros en la fábrica de fundición a varios parientes de su muger (sic), de apellido Sevilla.

También son empleados de la misma fábrica y de origen almeriense los hermanos Don Diego y Don Juan Soler, el primero además agente consular de Uruguay, y ambos domicilios en el paseo Cánovas del Castillo. Agustín Jerez, comerciante, vive en la calle del Carmen y también es oriundo de la provincia de Almería. Está casado con la sobrina de Encarnación Tomás, dueña de una hospedería. Don Ángel María Cánovas, de Cartagena, el gerente de la compañía propietaria de las salinas.

Por haber olvidado hacerlo al tratar el elemento indígena, incluyo aquí a Bartolomé Meca, dedicado al comercio marítimo, rematante de pescado y con una tienda de comestibles en la calle de los Carros.

Andrés Cervantes y González, padre de mi joven y queridísimo amigo y protegido Paco Cervantes, es natural de Garrucha, maquinista de la fábrica de fundición y dueño de una pequeña casa de dos pisos en la calle del Progreso.

Entre las familias que no viven en el Puerto, pero que pasan en él anualmente temporadas más o menos largas, cito en primer lugar a los hermanos Don Ceferino y Don Manuel Albacete y Zamora, de origen mazarronero, que pasan en este Puerto los veranos en las respectivas casas de las calles Nueva y de San Vicente, vecinos de Murcia el primero y de Lorca el segundo. Poseen una gran fortuna, que tal vez se comprometa seriamente por haberles resultado un mal negocio la instalación de una fábrica de harinas en las afueras de Mazarrón. Don Ceferino está casado con (...)

Fotografía 161: Playa de la Isla. Firmado a mano por F. Soroa. Tamaño: 6,1 x 10,5 cm.
Fotografía 162: Playa de la Isla. Firmado a mano por F. Soroa. Tamaño: 6,2 x 10,8 cm.
Fotografía 163: Isla de Adentro. 1917. Firmado a mano por F. Soroa. Tamaño: 6 x 10,8 cm.

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(...) este vecindario contra sus curas; y no hace muchos años que Don Domingo Marín, celosísimo párroco a la sazón, fue insultado y abofeteado en pleno púlpito y ante el Señor manifiesto, por imponer silencio en uso de su indiscutible autoridad parroquial; a quienes hablaban escandalosamente en el templo sin que ¡cosa extraña! ni aun las más devotos asistentes estuviesen dispuestos a defender ante los Tribunales ni en el expediente que al efecto se formó a su pastor atropellado, disculpándose alguna de las tales con importunos y fingidos éxtasis.

En cambio, como suele suceder cuando no se practica la religión, son numerosísimas supersticiones. En caso de enfermedad es frecuente acudir a curanderos y saludadoras, que recurren a ensalmos. Se valen del movimiento de un cedazo que gire sobre unas tijeras para descubrir a un ladrón. Se admiten (y no sé si alguien los practica) como medios para granjearse el cariño de alguien; o para satisfacer vengativos odios, los hechizos; y no es difícil hallar quien admita con una credulidad las apariciones de seres ultraterrenales. Antes la masonería contaba en este Puerto con bastantes adeptos, sobre todo marinos, y con fines de lucro; ahora afortunadamente parece que no hay masones entre estos vecinos; por lo menos no hay logia masónica en el Puerto, como la había hace ya bastantes años.

Los entierros siempre revisten carácter religioso, y con muchísimo acompañamiento, sobre todo por las tardes a la hora de terminar todos los trabajos. Pero en las casas mortuorias se despide a los difuntos de una manera muy poco cristiana, pues se les hace un duelo completamente pagano, con plañideras y lloronas, que son las parientas, amigas y vecinas, armando un monumental y ridículo escándalo con sus chillonas lamentaciones y elogios al difunto, no siendo raro oír hasta referencias a los detalles más íntimos de la vida matrimonial. Y que todo esto es cosa (...) y puramente convencional, lo prueban estos botones de muestra: Un marido, después de desgañitarse llorando a su esposa, preguntó a los visitantes con el tono más natural del mundo: «¿Ya he llorado ya bien?». Una viuda, sin duda, como protesta contra las dudas de un cariño conyugal, decía: (...)

Fotografía 180: Inmediaciones de la Reya. 1922. Firmado a mano por F. Soroa. Tamaño: 6,1 x 10,6 cm.
Fotografía 181: Camino de la Reya. 1922. Firmado a mano por F. Jorquera. Tamaño: 5 x 8,4 cm.
Fotografía 182: Peñascos de la Reya. Firmado a mano por F. Díaz. Tamaño: 6,2 x 10,7 cm.
Fotografía 183: Fábrica del esparto. 1922. Firmado a mano por F. Díaz. Tamaño: 6,2 x 10,8 cm.

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Respecto á las mujeres dan también buen contingente á las malas costumbres. La prostitución oficial solo tiene un establecimiento en el Puerto, el inmundo burdel del Rihuete, donde hay cuatro ó cinco mujerzuelas de la más baja estofa y más barata cotización; pero su clientela es más bien forastera, pues pueden acudir allí los marineros de los barcos que hacen largas carreras. La juventud de aquí salvo raras excepciones, se abstiene, en general, de ir a la asquerosa zahúrda, y no ciertamente por virtud, sino por miedo á contagios ó por timidez; y si algunos van rara vez no es á consumar cópulas pasageras (sic), sino de broma y por petulancia, por creer, en su brutal ignorancia, que es cosa de hombres el trato con esas envilecidas, pero desgraciadas mujeres, que luego les sirve para sus ridículas y desvergonzadas jactancias en sus conversaciones, tratando de probar así una virilidad de la que carecen.

En cambio, la prostitución clandestina, secreto á voces, es muy numerosa, y todos conocemos buen número de mujeres fáciles, solteras y casadas, y muchas de estas con la tolerancia y beneplácito de los correspondientes maridos; sobre todo, cuando el envilecimiento de la esposa reporta dinero ó favor con personas influyentes; siendo también los padres en no pocos casos seguidores del mismo criterio con sus hijas. Estas uniones ilícitas son más frecuentes en hombres de posición y de mediana edad que en los jóvenes, que son únicamente muy lenguaraces y se jactan de lo que no hacen. Hay muchas parejas amancebadas, bien por descuido de casarse, bien por convenio vicioso, y las mancebas no inspiran repugnancia á las mujeres que por honradas se tienen, sino que las admiten complacientemente en su trato; y aun se da el caso de que los hijos e hijas ilegítimas del querido (en ocasiones de los más distinguidos de la localidad) traten como a madrastras y aun llamar mamá á la despreciable concubina de su padre. En la créme de aquí es cosa admitida y usual hacer queridas. No es en esto peligrosa la juventud masculina, que carece de valor y del ingenio, que siempre supone, aun en el orden inmoral, una conquista; con sus petulancias lenguaraces e indecentísimas, tal vez la frecuentación de lupanares al hacer algún viaje (lo que les da materia abundantísima para sus soeces conversaciones por largo tiempo, y siempre exagerando y mintiendo descaradamente) se dan por muy contentos. En ellos (y en ellas), la masturbación (hábito adquirido en su temprana edad con otros vicios deshonestos y el lenguaje más generosamente obsceno) es cosa corriente, y bien lo demuestran los descoloridos y ojerosos rostros de los aprovechados sujetos. Como síntoma, pues me consta otra (...)

Fotografía 210: Playa del Castellar y rodal de las azucenas. 1919. Firmado a mano por F. Soroa. Tamaño: 5,8 x 10,5 cm.
Fotografía 211: Efecto de luna en las salinas. Firmado a mano por F. Díaz. La luna está remarcada con lo que parece lápiz. Tamaño: 6,6 x 6 cm.
Fotografía 212: Las salinas. Firmado a mano por F. Díaz. Tamaño:5,8 x 6,2 cm.
Fotografía 213: Las salinas. Firmado a mano por F. Soroa. Tamaño: 5 x 10,7 cm.

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