- Agrupación por soporte
- 1917
Parte de FONDO FOTOGRÁFICO
(...) vecinos apenas frecuentan la iglesia, y casi no la pisan, como no sea para bodas y bautizos (y con bastante irreverencia), o atraídos por la curiosidad tan solo cuando hay funciones aparatosas. Pues bien, no bastante eso, que parece lógico que se tradujese en completa indiferencia, son tan numerosos los encargos de Misas (y no solo por difuntos y rezadas, sino votivos y cantadas) que el cura párroco no puede por sí solo hacer frente a tanto encargo, y lo mismo me sucede a mí desde que soy sacerdote. Lo mismo sucede con los entierros, que, como se trate de pobres de solemnidad, siempre, aun siendo de párvulos, se celebran con cruz alzada y asistencia del clero, según la posición metálica de cada familia. Así se explica que, contra lo que pudiera esperarse, sea esta parroquia origen de buenos ingresos económicos para el cura. Y ya he dicho antes que en la administración del Santo Viático asiste muchísima gente, hombres y mujeres, casi todos de clase humilde, doy fe de que en este solemne acto (y solo en este) se nota piadosa y sincera devoción que hace notable contraste con la usual irreverencia con la que se suele asistir al templo y a varias procesiones. La otra particularidad consiste en que, así como en todas partes la mujer suele ser más piadosa que el hombre, aquí ocurre todo lo contrario. Fuera de un corto número de mujeres del Puerto no son nada piadosas, aunque observan algunas prácticas, más bien supersticiosas como sucede con las invocaciones que, lo mismo ellas que ellos, suelen hacer a la Purísima Concepción, sin saber siquiera lo que significa este concepto. Es más, las mujeres contribuyen de especial modo a que los hombres se alejen de las prácticas religiosas, pues no solo no se ocupan de que sus hijos asistan a Misa y confiesen, sino que se burlan y mofan de los hombres cuando ven en ellos algún signo de incipiente piedad, que ya tratan ellas diabólicamente de borrar. Sienten tal horror y tal desprecio a la denominación de beatas, para ellas sinónimo de piadosas, que lo consideran como sangriento ultraje, y yo mismo oí, no hace muchos años, a una mujer que, en disputa con otra, fue molejada (sic) por esta de beata, contestar así indignada:«—Mira, llámame puta, pero no me llames beata». Sienten un satánico, aunque inconsciente odio a la confesión, y se lo inculcan así las madres a sus hijas, creyendo que es una vergonzosa humillación contar sus flaqueza a quien solo consideran como un hombre cualquiera y no creen en la constante inviolación (sic) del sigilo (...)
Fotografía 173: La Cueva del Agua. 1922. Firmado a mano por F. Paredes. Tachada con la misma pluma la firma de F. Soroa. Tamaño: 6,4 x 10,8 cm.
Fotografía 174: Encañizadas del Canal de las Salinas. 1921. Firmado a mano por F. Soroa. Tamaño: 6 x 10,6 cm.
Fotografía 175: La Cueva del Agua. 1917. Firmado a mano por F. Díaz. Tamaño: 6,3 x 10,7 cm.
