- Agrupación por soporte
- 1918
Parte de FONDO FOTOGRÁFICO
«—Pues nadie tendrá queja de lo bien que lloré a mi marido cuando murió». Una madre, cansada ya, e indudablemente imposibilitada para continuar su incesante y doloroso gemido, tuvo que interrumpirlo, y se creyó en el caso de dirigirse al cadáver de su hija y decirle: «—Hija mía, perdóname, pero por ahora no puedo llorarte más». Por supuesto, los lutos son exageradísimos, produciendo completa clausuración (sic) de puertas y ventanas, y largas encerronas en las casas para las mujeres; y los hombres hasta se creen obligados a usar camisa y alpargatas negras. En cambio, en las casas no se reza ni un Padre Nuestro, como no sea muy en privado, para el alma del difunto.
Acervas censuras merece la educación que se da en el Puerto. Parece que, en tal particular, los padres, ricos o pobres, no saben serlo. Comienzan por hacer a los niños pequeños caricias en sus órganos pudendos, y a hablarles sobre estos; además no se recatan (claro está que todo esto en términos generales) de hablar delante de sus hijos, lo mismo los padres que las madres, con el lenguaje más soez y coprolálico, así que no es de extrañar que mezclen términos obscenos con sus primeras palabras. Y como además gozan niños y niñas de omnímoda libertad para reunirse con quien quieran y corretear por los sitios y las compañías que les plazcan, no es de admirar que pierdan tan pronto la inocencia, que apenas conservan, y se envicien con la masturbación precoz, y aun intenten, entre ellos, coitos naturales y contra natura, aun antes de doblar el segundo lustro de edad. Los padres suelen enviarlos a escuelas públicas o particulares , muchas veces más bien por descansar de ellos que para facilitarles la instrucción; pero si son muy pobres o muy interesados, pronto les interdicen la enseñanza elemental para hacerlos trabajar y que aporten dinero a la casa paterna, pues hay quien cree que los hijos solo sirven para esto (creencia corriente en estos padres) y que son verdaderas fincas para su lucro, y recuerdo a este propósito que hablando con un pescador algo acomodado de un matrimonio que tenía muchos hijos, decía: —Mejor para ellos (los padres), así tienen más gente que les gane dinero. (...)
Fotografía 184: Fábrica de esparto. 1918. Firmado a mano por F. Soroa. Tamaño: 6 x 10,6 cm.
Fotografía 185: Fábrica de esparto. 1922. Firmado a mano por F. Soroa. Tamaño: 5,1 x 9,9 cm.
Fotografía 186: Fábrica de esparto. Firmado a mano por F. Díaz. Tamaño: 6,3 x 9,2 cm.
Fotografía 187: Fábrica del esparto. 1918. Firmado a mano por F. Soroa. Tamaño: 6 x 10,8 cm.